Armando Martínez de la Rosa

** Planta Trump a la presidenta mexicana en Calgary. ** Por la guerra en Medio Oriente, el presidente de EUA abandona la reunión del G7 y cancela la entrevista con Claudia Sheinbaum.

Claudia Sheinbaum llegó a Calgary, ciudad de la provincia canadiense de Alberta, vestida de negro con cierta elegancia, dispuesta a protagonizar su más importante conversación en calidad de jefa de Estado, la pactada con Donald Trump.

Pero el presidente gringo la dejó vestida y alborotada, luego de que el poderoso reclamo de la guerra lo obligó a regresar de emergencia a Washington. Seamos justos, Sheinbaum no fue la única. Trump plantó a los presidentes de los otros 6 países más poderosos de nuestro agobiado planeta. No la única, pero sí la más ilusionada por lo que de bueno podía dejarle la conversación con el republicano.

Tuvo otras entrevistas, las ya planeadas con líderes europeos y el hindú. Y hubo de cumplirlas.

Qué le vamos a hacer, si los plantones ocurren hasta en las mejores naciones. Apenas la semana pasada, Irán mandó al carajo a Trump y sus mediaciones pacificadoras del Medio Oriente, paz que había dicho resolver con una llamada telefónica, que a los mexicanos les recordó la baladronada de Fox cuando aseguró que resolvería el conflicto con los alzados zapatistas de Chiapas en 15 minutos.

La entrevista Sheinbaum-Trump se pospuso sin fecha fija. Se dará, muy probablemente, aunque en otro tiempo, otro ambiente y otro contexto. Quizá pronto, que es lo deseable para México. Tiene la presidenta un punto importante a su favor. Está dispuesta a ser protagonista en las relaciones internacionales, a diferencia de su antecesor, quien rancheramente rehuyó esos encuentros y en el único que tuvo, precisamente con Trump, se achicó y diluyó la imagen del bravucón que había sido fronteras adentro. Para los encuentros internacionales, hay que tener preparación, personalidad y clase. Sheinbaum sí las tiene.