Armando Martínez Orozco

I

Y si los gringos expatrian el hambre

la traen de cuclillas como

a un hombre de campo en el limón

y el sol no sabe sino herirse

de su jornada infame

y tiene cuchillos y bombas

donde ha de abrirse la tierra

y no hay agua, no hay pan

para saciar esta sed de ayer

como una flecha

que urde y brama hacia la vaca

muerta

de miedo pero también de campo

y alza la mirada victoriosa

mientras devora el pastizal.

II

Y si los chinos inventan el fuego

la patria pálida de vergüenza

no sabrá sino urdirse en la leña

donde un hombre pensó:

«¿Esto es patria o es terror?»

y alzaron sus grandes murallas

mientras le abrían la panza a un pez

en la fábrica de los desencantados

y descubrieron, en medio del mar

a un ahogado en el mar

que gritó: «¡Sálvese la palabra!».

III

Y si México inventó la palabra

entre la hoguera invadida

tomada por un capitán

de barbas de oro y espejos

y cantó a su Hidalgo

no sé si esta cárcel está llena

de honor o es simple derrumbe

de unas cuantas piedras

sobre la grava invadida

con sangre servida en un plato de pozol.