** La Dra. Arlette Camacho, de la Facultad de Ingeniería Civil, dictó la conferencia: “La toxicología ambiental en mi vida cotidiana”, en el marco del programa Charlas de Café que organiza la Coordinación General de Investigación de la Universidad de Colima.
Con el objetivo de concientizar a la sociedad sobre la presencia de mercurio en el atún enlatado, así como en otros alimentos de origen marino, la Dra. Arlette Camacho de la Cruz, de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Colima dictó la conferencia: “La toxicología ambiental en mi vida cotidiana”, en el marco del programa Charlas de Café que organiza la Coordinación General de Investigación de esta casa de estudios.
Arlette Camacho señaló que desarrolla esa investigación como parte de su estancia posdoctoral en la Facultad de Ingeniería Civil y que, a su vez, tiene su origen en un proyecto creado en el marco del Programa Nacional Estratégico de Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes. “Específicamente, la propuesta para la estancia posdoctoral es realizar una evaluación para generar un perfil epidemio toxicológico en el estado de Colima”.
La etapa inicial de esta investigación, añadió, fue desarrollada durante su doctorado y decidió continuar el desarrollo de la misma en el estado de Colima, dijo, por ser una entidad que se localiza junto a la costa y es ideal para monitorear el consumo de organismos acuáticos. “Durante la primera y segunda etapa del proyecto hemos realizado un estudio sobre los niveles de mercurio en el atún enlatado y cuáles serían los niveles que presentan un riesgo para la salud de la población”.
Señaló que actualmente se encuentran en la tercera etapa del proyecto, trabajando en el análisis de la información que ya se generó y los resultados están siendo publicados en revistas científicas, además de participar con este estudio en congresos nacionales e internacionales. “También ya están participando tesistas dentro del proyecto y se está colaborando con otras instituciones a nivel nacional con la información que”.
Señaló que los niveles de mercurio en el atún enlatado pueden variar dependiendo de la zona de pesca, la fuente de la contaminación y las características propias de la especie, así como la edad, el peso y la longitud del atún al momento de ser capturado.
“De acuerdo a las mediciones que realizamos y utilizando una fórmula con percentil 75, concluimos que se recomienda el consumo de alrededor de .012 kilogramos por día, equivalentes aproximadamente a una lata de atún por semana para la población infantil y de .034 kilogramos por día, equivalente a tres latas a la semana para adultos”, detalló.
Explicó que para esta estimación de riesgo se tomó en cuenta la frecuencia del consumo, el peso promedio de un niño, el peso promedio de un adulto y la concentración de mercurio que se detectó en las latas de atún. “Existe una urgencia de que el Estado mexicano brinde información sobre los efectos del mercurio en la salud y de contar con una guía de consumo con recomendaciones sobre la ingesta de organismos acuáticos”.
Señaló que sí existe una legislación nacional respecto a los niveles de mercurio en los alimentos; sin embargo, añadió, “es necesario que se realicen controles más estrictos sobre estos niveles, así como monitoreos aleatorios en las cadenas de venta y las industrias pesqueras, ya que en nuestra investigación encontramos productos con mayor presencia de mercurio a lo establecido por la norma mexicana”.
Resaltó que es importante contar con evaluaciones de riesgo como la desarrollada a través de esta investigación, “con el objetivo de establecer recomendaciones de consumo para los diferentes sectores de la población como niños, mujeres embarazadas, adultos mayores, deportistas, etc. Es necesario crear una cultura de consumo responsable y tomar las mejores decisiones al momento de ingerir nuestros alimentos”.
Algunos efectos adversos por la ingesta aguda y crónica de alimentos con altos niveles de mercurio, añadió, son afectaciones al sistema nervioso, temblores, debilidad muscular, dolores en los riñones o pérdida de memoria, por mencionar algunos.
A veces, agregó, “esta sintomatología puede tener orígenes muy variados, pero una de las maneras de saber los niveles de mercurio en nuestro organismo es a través de cuantificaciones en sangre y en orina, debido a que hay valores de referencia establecidos para la presencia de este elemento en el organismo”.
Entrevistada sobre este proyecto, Arlette Camacho dijo que actualmente está impulsando la tercera etapa mediante una línea de investigación con la que cuenta la Facultad de Ingeniería Civil, relacionada a temas como salud ambiental y el comportamiento de los contaminantes en el ambiente. “Hay un trabajo multi y transdisciplinario con un grupo de trabajo enfocado en salud ambiental, en el cual participan médicos, toxicólogos, biólogos, eco toxicólogos, abogados, psicólogos, sociólogos y agro ecólogos”.
Finalmente, señaló que como parte de esta tercera etapa del proyecto no solamente se están evaluando los niveles de mercurio en los alimentos de origen marino, sino también de otros contaminantes como metales y metaloides, compuestos orgánicos y contaminantes atmosféricos presentes en diferentes componentes del ambiente como el aire, el suelo, los sedimentos y el agua. “Además, estamos analizando muestras biológicas de la población como sangre y orina para evaluar parámetros como la exposición y los biomarcadores de efecto”.