Armando Martínez de la Rosa
** Captura, traición, entrega voluntaria, secuestro y cárcel son las versiones sobre el desplome del capo de capos del narcotráfico mexicano y del poder que lo cobijó desde hace 50 años a la actualidad.
Ismael Mario El Mayo Zambada se presentó el viernes en silla de ruedas a la primera audiencia ante un juez estadounidense en El Paso, Texas. Sólo se levantó del aparato para declararse “no culpable” de los cargos que el gobierno de Estados Unidos le imputa: tráfico de fentanilo, cocaína y marihuana, lavado de dinero, secuestro, uso de armas de fuego y conspiración para matar.
Son suficientes para que eventualmente un juez lo sentencie a cadena perpetua, igual que a su compadre, Joaquín El Chapo Guzmán Loera, con quien fundó hace casi 3 décadas el poderoso Cártel de Sinaloa.
Enfermo, presuntamente adicto a la cocaína, con 76 años de edad, El Mayo ha pisado por primera vez una prisión en su larga carrera delictiva de medio siglo. Se le reconoce inteligente, astuto, diplomático, hombre de empresa exitoso y negociador a la par que implacable con sus enemigos cuando lo consideró necesario.
En torno a la caída de El Mayo, se está gestando una novela de misterio, intriga, violencia, pasiones, traiciones, poder y mucho, muchísimo dinero en juego.
¿Lo capturaron las autoridades estadounidenses o se entregó voluntariamente a cambio de privilegios procesales para él y su familia? ¿Lo traicionaron los hijos de El Chapo y le tendieron una trampa para entregarlo a Estados Unidos a cambio de prebendas para ellos? ¿O fue como ahora sostiene su abogado: le tendieron una emboscada, lo secuestraron y lo llevaron así ante la justicia estadounidense?
Hay 2 gobiernos involucrados, el de Estados Unidos y el de México. El primero mantiene los secretos mientras se regodea en el hecho de tener encarcelado al capo. El segundo, sorprendido por la noticia, hecho a un lado por la Casa Blanca, hasta ahora sólo ha atinado a declarar que nunca estuvo enterado y a afirmar con premura que “no fuimos nosotros”, como si desease eludir responsabilidad alguna en el caso. En Washington hay fiesta, en México hay pavor.
La sorpresa inicial de altos políticos mexicanos del pasado y el presente, se va convirtiendo con rapidez en miedo pánico y en terror por lo que El Mayo pueda revelar a la justicia estadounidense en su proceso penal.
Se entiende: el capo de capos mexicano sobrevivió y desarrolló un imperio de dinero, poder e impunidad no al amparo del Espíritu Santo, sino al de los gobiernos del pasado y el presente. Conoce las entrañas del narco tanto como las del poder político. Podría dar santo y seña de cada uno de aquellos con quienes se relacionó y con quienes intercambió beneficios durante medio siglo de carrera criminal, incluidos políticos, policías y hombres de negocios de Estados Unidos y México. Zambada es la biblioteca de Alejandría del narco mexicano e internacional, con muchos tomos que se escribieron con letras de sangre y terror, con capitulares de sobornos e intercambio de favores, grandes favores, y toneladas de dinero.
Larga será la narrativa de El Mayo como longo será el sufrimiento de quienes temen aparecer en las revelaciones que surgirán conforme lo interroguen y según negocie beneficios para él y su familia con las autoridades de Estados Unidos. El narcotráfico no se acabará con los “otros datos” que el capo de capos irá soltando en los meses y hasta años por venir. Lo que sí podría derrumbarse es el negocio de los poderosos, la hipocresía de su supuesta honestidad y, lo mejor para México, la interesada renuencia a combatir a sangre y fuego a quienes han convertido al país en un pantano de muerte, terror y corrupción.
Ya verá usted.