Armando Martínez de la Rosa

** El discurso de Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional, insistió en evitar división, fractura y rompimiento.

Tanta insistencia, tanto clamar por la unidad, llamó la atención sobre el Consejo Nacional de Morena, que se reunió ayer en la capital del país y tuvo ausencias notables.

El discurso del presidente del Consejo Nacional de Morena, Alfonso Durazo, clamó una y otra vez llamando a la unidad de su partido y a evitar fracturas internas que sus adversarios aprovecharían.

“Algunas tensiones derivan de iniciativas y reacciones de nuestros cuadros, y eso simple y sencillamente no puede ser”, “nuestros comportamientos o diferencias no deben imponer costos al movimiento ni a nuestra presidenta y su gobierno”, aquí no puede haber lugar para quienes están dispuestos a poner en riesgo la unidad del movimiento con tal de obtener un cargo”, son algunas frases del discurso del presidente consejero y gobernador de Sonora ante cientos de dirigentes, legisladores y gobernadores morenistas reunidos en un hotel de lujo de Paseo de la Reforma, ayer, en la capital del país.

Contaminado Morena por cuadros del más rancio priismo y panismo desde su fundación, ahora -según Durazo- se debe prevenir tal contagio. En Morena hay voces alzadas contra quienes provienen de otros partidos, algunos de los cuales fueron acusados, mientras estuvieron en la oposición, de diversos delitos, sobre todo de corrupción. Una vez en el movimiento en el poder, fueron exonerados y hasta premiados con cargos en la administración pública y puestos diplomáticos.

“No se trata de cerrar las puertas, sino de cuidar nuestra identidad. Que las incorporaciones sumen, no contaminen”, sentenció Alfonso Durazo.

Apareció finalmente en la reunión de consejo un consejero en apuros, Adán Augusto López, exprecandidato presidencial, exsecretario de Gobernación y actual senador morenista, a quien López Obrador llamó “mi hermano”.  Ha dicho estar dispuesto a que la autoridad lo investigue, pues pesan sobre él acusaciones graves como la de proteger al crimen organizado cuando gobernó Tabasco, que así pasó de edén a infierno de violencia porque el secretario de Seguridad de Adán Augusto, Hernán Bermúdez, era jefe de un grupo huachicolero al servicio del Cártel Jalisco Nueva Generación. Hoy, el exfuncionario está prófugo.

En el mismo estrado donde reapareció Adán Augusto se encontraba el gobernador de Tabasco,

Quien no apareció en la reunión de Consejo fue el secretario de Organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán -no me digan Andy-, también señalado de propiciar negocios con sus amigos.

Sobre aviso no hay engaño, y ya se sabe que el coordinador de los diputados guindas, Ricardo Monreal, prefirió pasar el día en una fiesta de familia, según él mismo lo anunció. Lo esperaban, no llegó. Ha desaparecido de la escena pública desde que Morena perdió las elecciones en Durango y Veracruz recientemente.

Ajonjolí de todos los moles, el siempre comedido senador Gerardo Fernández Noroña, dijo que la ausencia de Andy se debe a que todo mundo tiene derecho a descansar.

La casi invisible presidenta de Morena, Luisa María Alcalde Luján sostuvo que Morena ha denunciado los acuerdos de impunidad y la presencia de redes ilegales asociadas al poder político, y dijo que continuará en esa tónica sin importar que quien así delinca pertenece o no a las filas de Morena. En el fondo de los conflictos hay una disputa de poder: El grupo del expresidente Andrés Manuel López Obrador y el de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Confrontación sorda, una bomba de tiempo entre radicales y moderados que estallaría en cualquier momento, sobre todo bajo presión de Washington.