Armando Martínez de la Rosa

Doble frente, una solución

Libra la presidenta Claudia Sheinbaum una guerra de doble frente. Por un lado, las presiones del gobierno de Estados Unidos, y por otro, los intentos de control y socavamiento de Andrés López y su pandilla.

El poder no se comparte, porque se pierde, advierte una acertada conseja de la práctica política. Si Sheinbaum cede a los afanes ilegítimos de López, será desplazada y la panda de bribones obradoriana se montará en Palacio Nacional.

En el otro frente, Donald Trump se ha vuelto más agresivo. Y aumentará la presión sobre el gobierno de Sheinbaum a medida que vaya resolviendo sus tropelías en otras latitudes, como la que doblegó a la Comunidad Europea.

Ante esas medidas, ha tenido la presidenta mexicana un acierto reciente. Respondió a la imposición de aranceles de Washington a las exportaciones mexicanas de jitomate con un acuerdo bilateral con Canadá que desfogará de la presión a los productores mexicanos y meterá a Estados Unidos en un brete por el encarecimiento de esa fruta en su mercado interno.

Tampoco es una maravilla que resuelva los conflictos con Estados Unidos, pero marca alternativas que podrían tomarse en otros rubros de las exportaciones e importaciones mexicanas. Uno de ellos son los lácteos, que podrían seguir el mismo camino aunque en sentido inverso: comprar más leche a Canadá y menos a Estados Unidos.

Sin embargo, el asunto con Estados Unidos es político. Se trata de tomar decisiones sobre los narcopolíticos que Washington requiere al gobierno de Sheinbaum. Entre ellos, podría haber 3 gobernadores de Morena -Sinaloa, Tamaulipas y Baja California-, Adán Augusto López, Andrés –“no me digan Andy”- López Beltrán y otro montón de sátrapas relacionado con cárteles del narcotráfico y del huachicoleo.

Si Sheinbaum los entrega, resolvería los 2 frentes de guerra a la vez. Aminoraría las presiones de Trump y liquidaría los afanes de López Obrador de controlar la presidencia de la república.

Dentro de Morena, la guerra se refleja y la fractura ha ocurrido de hecho. Y ya no tiene remedio, salvo que Sheinbaum ceda el poder o que entregue al cártel obradoriano a Estados Unidos.

¿Puede, quiere, tiene valor para limpiar parte del cochinero que le dejó su antecesor? Eso sólo lo sabe, por ahora, la presidenta.

Tal la solución, entregarlos a Washington para desbrozar 2 senderos ahora intransitables.

Ya veremos.