Armando Martínez de la Rosa

Despacho Político

El gobierno de Morena en Colima ha fracasado. Ejercer el poder político desgasta a unos y destruye a otros. Pocos, muy pocos, salen más o menos salvos de su práctica, y como sea, desgastados.

Morena alcanzó el gobierno del estado a consecuencia del derrumbe de la administración de Ignacio Peralta Sánchez, que colapsó al grado del impago de sueldos a los trabajadores gubernamentales en los meses finales del sexenio y al Instituto de Pensiones que el propio entonces mandatario había creado. Sobre esa catástrofe se montó la candidatura de Indira Vizcaíno Silva y el acuerdo, según versión de algunos, entre Peralta y Vizcaíno, exfuncionaria de aquél, por cierto.

La joven política de extracción perredista y hoy morenista arribó a la gubernatura con suficientes votos, pero muchos menos que los de sus predecesores priistas. Prometió el cielo, las estrellas, los cometas, los aeorlitos y los asteroides. Ella iba a solucionar todos los problemas de la sociedad colimense.

Rumbo al tercer año de gobierno, Indira Vizcaíno tiene los datos en contra. Nunca como bajo su gobierno la violencia fue tan brutal y, sobre todo, impune. Enclaustrada en sus reuniones matinales de “construcción de la paz”, protegida por guaruras y camionetas blindadas, suele presumir la captura de ladroncillos y de agresores domésticos como si se tratase de grandes delincuentes mientras éstos, mil veces más peligrosos, actúan día y noche sin contratiempo alguno como no sean los causados por sus enemigos de las otras bandas.

Prendida de alfileres, la economía estatal se sostiene apenas por el esfuerzo de los empresarios que lo único que desean es trabajar en paz y sin obstáculos adicionales provenientes del gobierno. Ya bastante tienen con amenazas, extorsiones y violencia del crimen organizado contra ellos y sus empresas.

Las reiteradas promesas de ayuda financiera federal se las ha llevado el viento porque han sido palabras, sólo palabras. Palabras de Indira y de Andrés.

El desabasto de medicamentos, insumos sanitarios y equipamiento de hospitales ha colapsado el sistema de salud pública. El Hospital Regional es la más visible cara de la tragedia, pero no la única. Otra vez, las promesas de nunca más desabasto, de la Dinamarca mediante el IMSS Bienestar y otras tonterías por el estilo, son muestras de la ineptitud para la gobernanza de quienes dicen transformar al estado. Bueno, sí lo han transformado para empeorarlo.

[Hay una versión que cuenta que los hospitales públicos del país están desabastecidos de medicamentos e insumos para llenar las góndolas vacías de la farmaciotota de López, para simular que sí funciona. “Algo está podrido en Dinamarca”, dice el Otelo de Shakespeare.]

Cabalga sin freno una carestía que padece la gente que debe racionar el gasto y el alimento. Por supuesto, los políticos transformadores no van a los mercados populares y los tianguis (salvo que estén en campaña). Tampoco les importa cuánto ha subido el gas doméstico ni resienten el alza de las gasolinas (los gasolinazos se dan poco a poquito hasta acumularse en grande) o de las tortillas, la carne, la leche, el huevo, el frijol, la fruta, las verduras, el aceite y el pan. Su economía personal es más fifí que la de muchos fifíes de abolengo.

Han comprado casas, departamentos, autos, ranchos en emulación de los odiados neoliberales y conservadores. Se pasean como ellos, pero a costa del erario, no de su dinero, pues no saben producirlo.

Estos revolucionarios de dientes para afuera, izquierdistas sólo porque ellos así se creen, son los transfifirmadores o transformadores venidos a fifíes.

De ideas importantes, relevantes, útiles, ni en sueños.

De esa clase es el gobierno de Indira Vizcaíno Silva, el gobierno indiferente a la realidad que prometió transformar para bien.

MAR DE FONDO

1.- Margarita Moreno González se queja de que su caso sea llevado a tribunales y afirma ser víctima de violencia política de género. Se olvida -o se acuerda y lo omite- que ella le hizo la vida cansada a Viridiana Valencia Vargas cuando le solicitó constancia de residencia en el municipio. Tuvo que ordenárselo el Tribunal Electoral del Estado para que la defenestrada candidata de Morena recibiese el documento.

En política electoral, para eso están los tribunales y las instancias de apelación. Suelen evitar chanchullos como el que intentó su compañero de partido, de MC, Benjamín Alamillo, precisamente para simular que cumplía el requisito de residencia para ser elegible.

Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre.

2.- Podría escribirse en nuestros días una versión neorrealista del Llano en llamas, los cuentos de Juan Rulfo, y se titularía Colima en llamas. Y en vez del cuento Diles que no me maten, podría escribirse Diles que ya me mataron.

Y otra historia más sobre la guerra sucia en las elecciones: No oyes ladrar los perros.

3.- “El amor es tan lógico:/ Todas las contradicciones se vuelven condiciones/ y las proposiciones llegan antes/ que la lógica: Te quiero porque es así”. [Henrik Nordbrandt, danés, 1945. El amor es tan lógico.]