Armando Martínez Orozco

Estaba pensando que si las juventudes mexicanas se organizaran, leyeran textos de izquierda y de derecha, de centro, de pensamiento crítico, un poco de historia, a veces filosofía, economía, finanzas, tal vez empezarían a cuestionarse lo siguiente: ¿Por qué obedezco? ¿Es el poder tan cruel como para hacernos infelices pero capaces de control humano? ¿Hasta dónde llega el ser humano, con su egoísmo, para ser capaz de librarse del mal? ¿Es hacer el bien una necesidad humana o soóo es parte de algunas filosofías? ¿Quién gobierna nuestras mentes, el pensamiento crítico o los medios de comunicación? ¿Es nuestro destino el programa de un partido político? ¿Qué estamos haciendo y hacia dónde vamos?

Recuerdo los mercados de San Cristóbal de las Casas, llenos de comida y a pesar de cualquier cosa, había indígenas arrastrándose sobre la grava y con un iPhone en las manos. Los niños vomitaban después de comerse un caldo de pollo. Había, sí, extranjeros, sobre todo gringos y franceses y ninguno de ellos sufría asaltos, violencia y otras desventuras simplemente por no pertenecer al mundo indígena.

Una señora tenía su negocio de café y le pregunté sobre la trata de personas en Chiapas. Sólo sonrío y me dijo: «Nosotros sí somos zapatistas. Tenemos reuniones en la montaña». Y no dijo más. Me quedé pensando, bueno, sí son guerrilleros no están ejerciendo la clandestinidad y tal vez ni siquiera ejerzan tanto terror como uno supondría. El mismo capitán Marcos afirma en uno de sus videos: “¿Pero qué le va a hacer usted a un profesional de la violencia?”.

Las luchas por el poder, tanto en Rusia como en México son nefastas. Sucede que algunos héroes y convencidos hacen la revolución por un ideal superior a su propia vida y se ven traicionados por un montón de oportunistas que ejercen un cargo público no para servir, sino para servirse. El dinero, ciertamente, es hermoso. Pero ¿enriquecerse a costa de nuestros impuestos? Conocí, ya lo dije, la pobreza extrema. Pero también conocí, en Chiapas, el sexo sin el mínimo compromiso, como si de una aventura carnal se hablara ¿Y saben qué? Es agradable. Ahora que soy viejo para ser comunista y no tan viejo como para pensar en una familia tradicional, tranquila, he descubierto la bendita soltería y ciertamente no me siento solo. Pero a veces, extraño tanto la lluvia de Chiapas, sus espíritus inquietos y voy a San Cristóbal y añoro este lugar tan precioso llamado Colima, donde no importa el partido político, la clase media es la más favorecida. Todos los sexenios.

Deténgase, usted, lector y pregúntese: ¿Vale la pena luchar por una idea para que después seamos traicionados a pesar del más sincero ímpetu revolucionario? ¿O sólo queremos enriquecernos? Tan simple como eso. Recordemos que el partido que surge de la revolución mexicana, luchando contra la dictadura porfirista, es el mismísimo PRI. Pero, hombre, 70 años en el poder no son nada. Sí, pero lamento decirlo, esos adictos al poder habían conseguido una democracia imperfecta pero también el orden dentro de tanto caos. ¿Ha fracasado Morena? No lo creo, son muchos sus seguidores. Pero si algo los caracteriza es que son los dueños del desorden, el caos, la contradicción, la imperfección, el abismo.