Armando Martínez de la Rosa
Discúlpeme, pero no entiendo
Discúlpeme usted, generoso lector, pero no entiendo las afirmaciones de muchos políticos, sean de altísimos vuelos o las banqueteras del alcalde del municipio más jodido.
A todos les gusta hablar, les encanta verse rodeados de grabadoras, cámaras y reporteros, especialmente cuando son obsecuentes y no preguntan ni la hora.
Daré algunos ejemplos al lector para que entienda por qué no entiendo.
Ayer, la fiscal general de Estados Unidos, Pamela Bondi [su apellido me recordó a Titus Bondi, aquel tenebroso enemigo acérrimo de Rico Mac Pato, el de los famosos cómics, que los niños de mi tiempo en Colima llamábamos “cuentos”], dijo que México es adversario de su país al mismo nivel que Irán, China y Rusia.
La señora Bondi se regodeó acusando a México de facilitar el tráfico de fentanilo y otras drogas a Estados Unidos y sostuvo que la frontera con nuestro país está blindada. Entonces, ¿por dónde entra el fentanilo? ¿Hay complicidades en la frontera donde sus agentes deben detectar y detener el tráfico?
Y cuando un senador demócrata la cuestionó acerca de qué hace el gobierno de Trump para evitar el envío desde Estados Unidos a México de armas a los ejércitos del narco, doña Bondi trató de esquivar el bulto y terminó diciendo que se trata de un asunto en que deben colaborar ambas naciones, México y Estados Unidos, para resolverlo. ¿Y cómo, si son adversarios, casi enemigos? ¿Va Washington a colaborar con el enemigo? No entiendo.
Tampoco entiendo a Trump cuando asegura que destruyó las fábricas nucleares de Irán en el bombardeo del sábado. Al menos una de ellas está bajo tierra a 200 metros de profundidad. ¿Hasta allá llegaron las bombas? Y si llegaron tan profundamente, ¿por qué no estalló el material nuclear ahí escondido? ¿Lo bombardearon pero no hubo reacción en cadena del uranio enriquecido?
No entiendo. Mis escasos conocimientos de física me impiden comprenderlo.
Un caso más. El vociferante senador republicano de Estados Unidos, Lindsey Graham, hizo de comparsa a la señora Bondi. Dijo desconocer cómo enfrentar el narcotráfico mexicano y sus consecuencias, pero después propuso la incursión militar estadounidense a nuestro país. Se preguntaba y se respondía solo entre incoherencias. No lo entendí, pero su caso me permitió saber –thank you so much, mister Graham– que allá en Washington también tienen sus Noroñas. Son plaga mundial los condenadotes.