Armando Martínez de la Rosa
No queremos oro ni queremos plata
Le pregunto. Si usted tuviera que enviar 33 toneladas de oro y plata de Durango a Manzanillo, o de donde fuera a cualquier punto de México, ¿mandaría el cargamento por carretera con sólo un chofer y 2 guardias privados?
Se necesita estar bien, pero bien péndulo para correr semejante riesgo. Ni los cargamentos de oro que se transportaban en recuas de mulas por el Camino Real de Colima en el virreinato iban tan desprotegidos.
A mí, por lo menos, no me cuadra un asalto como el ocurrido el día 4 reciente en las cercanías de Chapala, Jalisco, en un trayecto que iría de Durango al puerto de Manzanillo, para exportar oro y plata. ¿Un chofer y 2 guardias privados para transportar y cuidar un cargamento que vale más de 20 mil millones de pesos? Hasta para recoger el dinero de la venta de un negocio medianón acuden 3 guardias de esos que usan unos pesados camiones blindados que uno ve en las calles de la ciudad todos los días.
Habría bastado pensar que en la empresa había gente que conocía del embarque, que en el puerto de Manzanillo habría información del pedimento de exportación y que en la naviera que lo llevaría fuera del país también hay gente que supo del cargamento. No digo que de ahí salió la información a los bandidos, sino que los propietarios de los metales preciosos debieron considerar tales puntos posibles de fuga de información.
Por eso no me cuadra el caso. Quizás sea yo un incorregible malpensado, un conspiranoico irredento o un desconfiado sin remedio. Puede ser. Aunque se justifica serlo en un país copado por delincuentes organizados, en un México en que uno ha perdido la certeza de la separación de poderes, quiero decir del poder del narco, del poder de las fuerzas armadas y del poder de los políticos. Si fueran países, sus fronteras serían indefinibles.
Y ni modo que los empresarios mineros desconozcan que eso pasa en México, donde los bandidos, cualquiera que sea su filiación, mandan y el gobierno obedece. Veremos qué resulta. Por lo pronto, en México no queremos oro ni queremos plata, nosotros queremos romperle la piñata a tanto bandido.