Tú llegaste a mí cuando me voy
Morena decidió revisar el arribo de chapulines, esto es, militantes provenientes de otros partidos. Demasiado tarde. Hoy, el partido del gobierno, está invadido de cuadros provenientes de otros partidos, sobre todo del PRI y del PAN.
Ahora van a lavarse la cara, parece. ¿O será que los chapulines amenazan desplazar a cuadros originarios y eso motiva frenarlos?
Expriistas hay muchos, destacan aquellos de larga carrera autoritaria y antidemocrática en el viejo, muy viejo PRI. Andrés López dejó al tricolor cuando le negaron la candidatura a gobernador de Tabasco. A Manuel Bartlett Díaz, el operador del gigantesco fraude de 1988 que despojó de la presidencia ganada en las urnas a Cuauhtémoc Cárdenas -también expriista- es hoy santo sagrado en el morenismo, luego de que 6 años estuvo donde hay.
El notable ausente Ricardo Monreal, el presidente del Consejo Nacional de Morena, Alfonso Durazo Montaño, el dúctil y acomodaticio secretario de Economía de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, son rostros visibles del viejo priismo incrustado en Morena.
Y lo peor, Morena se parece cada vez más al PRI autoritario, antidemocrático, prepotente e indolente. Hasta en el lenguaje de sus discursos ratifica que el PRI no se ha ido y tardará en emigrar.
Como el camino se lo saben, una fracción morenista, la de López, presiona a la presidenta Sheinbaum que, mal que bien, trata de resistir. Si no la echan en 2 años mediante el referéndum de revocación de mandato, los López harán su propio partido. Ni les extrañe, hace varios años López el viejo lo advirtió.
Igual que en los tiempos de la dictadura casi perfecta, los cuadros que se creen merecedores de todo en materia de privilegios, ya andan alborotados por candidaturas y se golpean unos a otros. A muchos de quienes atestiguamos vida y obra del antiguo tricolor, nos parece ver la misma obra, similar escenario e idénticos actores de una farsa que se estrenó en tiempos del “gobierno revolucionario”.
Tú llegaste a mí cuando me voy. Demasiado tarde y sin señales de cambio. Pusieron de cadenero -algo así como nos reservamos el derecho de admisión- a un tipo cara de santo arrumbado, el mismo santurrón de moralizante discurso que le debe 150 millones de pesos al gobierno y no le ha pagado ni un clavo. Ya pasó la hora, es demasiado tarde. Son lo que son, lo que quisieron ser.