Armando Martínez de la Rosa

Sabbath

Comenzará el otoño mañana, domingo, temprano, a las 6 con 44 minutos. A esa hora, el sol estará precisamente sobre el ecuador del planeta, rumbo al sur. Ocurre el equinoccio de otoño, esto es, cuando la noche y el día tienen la misma duración.

Otoño en el hemisferio norte, primavera en el hemisferio sur.

Este otoño nuestro es bien diferente al que la transculturación nos muestra en imágenes de bosques del norte del continente. En esas fotografías y los ahora abundantes videos, los árboles de arce (maple, le llaman en inglés) muestran hojas amarillas, ocres, cafés, rojas y anaranjadas que caerán en las semanas por venir conforme se acerque el invierno.

Acá, entre nosotros, ocurre un fenómeno asaz distinto. Nuestros árboles revientan de verde, de todos los tonos del verde, porque se han llenado de agua y han revivido después de la sequía de primavera y las primeras semanas del verano.

Reverdecen los cerros, las montañas, los llanos, los bosques de galería. Han crecido los pastizales y la vegetación anual, esa que vemos hasta en las banquetas, alentada por la lluvia, floreciendo y preparando semillas para perpetuarse.

Para los cazadores, el comienzo del otoño anuncia la proximidad de una nueva temporada de caza. Los fríos del norte impelen a las grandes bandadas de gansos, patos, palomas y otras especies de aves a volar al sur en busca de un clima más afable y comida en abundancia.

En un mes más, los cielos y los campos de Colima, como los de muchos estados mexicanos más, se poblarán de bandas de palomas de alas blancas y huilotillas. Habrán llegado ya las de palomas moras, que son residentes y su migración ocurre en nuestro estado. Son las moras las tempraneras de la temporada. Las otras 2 especies vienen a buscar comida y calor, luego de anidar en el norte del continente.

Muchas especies de patos y gansos también se internarán a estos territorios con el mismo fin: faenar por la vida.

Esas y muchas otras especies de aves cumplen el ritual de vida que las lleva de norte a sur y de sur a norte, según la época del año, siempre lejos del invierno del norte que no conoce la piedad y de la aridez quemante de los campos del sur en verano. Generación tras generación, esos bichos aprenden la ruta y nunca se desvían.

En Colima, las palomas son las especies cinegéticas más procuradas. Pocos son los cazadores que disparan a los patos y a los gansos. Son costumbres que también han pasado de generación en generación. Soy uno de los pocos que gustan de tirar al pato y eso me da gusto porque la competencia es escasa. Diferente sucede con las huilotas, en cuyos campos puede reunirse, sin acuerdo previo, hasta una decena de cazadores con el mismo objetivo. Viví la experiencia de tirar a las huilotas en un campo muy grande, de más de 300 hectáreas, en Colima, con más de 30 escopeteros, muchos de los cuales no conocía. Para todos hubo aves.

Con el otoño -la estación que más me agrada- mengua un poco el calor, no mucho. Todavía llueve un poco y de vez en vez aparecen los ciclones. Qué le vamos a hacer, si esta es la tierra nuestra y este nuestro otoño de noches más o menos frescas.