Armando Martínez de la Rosa

** Trump se dice decepcionado del magnate, y el hombre más rico del mundo le responde que sin él, Trump habría perdido la elección presidencial.

“Estos eran dos amigos que venían a hacer negocios, cuando un pleito de dinero los retiró de ser socios”, podría decir una hipotética parodia del corrido de Los dos amigos, de Los cadetes de Linares.

Los 2 amigos no serían José ni Martín, sino un par de los más poderosos hombres del planeta: Donald Trump y Elon Musk. Musk sería un clon de José, al que Trump lo había atado a su carro y él se desató y se le fue. Y en el papel de Martín, el que se ponía amarillo, iría Donald, claro.

Pleitazo de poderosos. Musk se hartó de Trump y más ahora que presentó al Senado el “maravilloso” plan de endeudar más a Estados Unidos. No le pareció al magnate y lo criticó. Apenas en mayo se había desatado en la esquina de la Casa Blanca y se le fue harto.

“Me ha decepcionado”, dijo Trump el amarillo de su amigo magnate. Y Musk, el que se le desató como José en la esquina del mercado, le respondió en su empresa, X, que sin él no habría ganado la elección presidencial ni las mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado. Directo y a los dientes.

Las diferencias entre los 2 amigos comenzaron cuando Trump, el que se pone amarillo, disparó el gasto público. A José Musk le disgustó sobremanera porque su amigo le había encargado reordenar la administración. Y entonces se desató con los despidos: miles de empleados públicos fueron cesados por órdenes de Musk. Al final, los jueces ordenaron reponerlos en sus puestos.

Esa es la historia por encimita. La realidad más profunda es que la descocada política arancelaria de Martín Trump, el amarillo, se le atravesó a los negocios de José, porque buena parte de sus ganancias vienen de los tratos con China. Casi ná’. Y así se han distanciado los 2 amigos. Trump, elamarillo, se fue en el caballo oscuro donde llevaban la ropa, los disfraces. Y José Musk se fue montando el jovero, donde iba el dinero.