-I-
Habrá lugar en estas calles/ para el silencio oportuno/ gritando desde las entrañas del rencor./ Es la voz de quienes saben/ hacerse un lugar entre la sangre/ derramada/ por no saber distinguir un mazo de un tulipán./ Sombra de ruido, de agonía, de tierna democracia/ de quienes no quisieron saber cómo se encuentra el oro/ entre tanto estiércol./ Cómo zurra el caballo y hace mieles de pasto./ Y ustedes gritan: “¡Hasta siempre será tu nombre!”./ Dulce afán de saberse vencido/ aún en la victoria.
-II-
Tu triste locura nos trajo aquí/ a este reino de tus putas,/ sabes procurar tus fantasmas, apaciguarlos/ con tinto y aguardiente/ tu oreja, como la de un toro de lidia/ fue cortada una noche de soledad/ donde tu semen no encontró vientre ni senos/ y fuiste a desangrarte hasta oír la voz de la miseria/ que hacía en ti tiempo de paz en tu sordera.
-III-
Es tu zurda un elogio de Cristo,/ es la cruz y la sangre derramada hecha gol y memoria./ Tiene el viento y no sé qué que conduce el balón a donde tu cuerpo habla./ Sabe driblar Luzbel pero no contra ti/ ataja en los infiernos la palabra del Señor y haces gol/ como si de un versículo bíblico se tratara/ habla Dios en tu piecito y dice:/ ‘hágase tu voluntad, Messi, así en la tierra como en el Cielo’.