Héctor Sánchez de la Madrid
En solfa
Actualmente la figura política más conocida y más fuerte de la oposición a Morena es Xóchitl Gálvez Ruiz, a pesar de la derrota propinada el 2 de julio reciente, inesperada por un lado, debido a la enorme ventaja que le sacó la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum Pardo, y lógica por el otro, en cuanto a la elección de Estado que realizó el régimen presidencial.
La intervención permanente del presidente Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias mañaneras y declaraciones en los actos públicos que participaba, antes y durante las campañas presidenciales a favor de Claudia y en contra de Xóchitl, influyó para que millones de votantes le hicieran caso y sufragaran por la representante de su movimiento político.
Nada fácil era contender contra el poderoso e ilegal aparato oficialista que no tuvo empacho alguno en meterse hasta la cocina en el proceso electoral, de forma cínica y descarada. Las denuncias formales y mediáticas de nada sirvieron para frenar o disminuir la intromisión del presidente de la República, de su gobierno y de los gobernadores de Morena.
A poco más de dos meses de los comicios presidenciales más sucios de la historia contemporánea, sigo reconociendo el valor civil y la frescura de la entonces candidata de la oposición verdadera, representada por los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, no así de los falsos opositores de Movimiento Ciudadano.
Sin embargo, es oportuno señalar algunos de los errores cometidos por Xóchitl en su campaña presidencial para conocer en qué partes se equivocó con la finalidad de corregir los yerros si volviera a contender en 2030 por la presidencia de México o de quien abandere a la oposición para ese cargo en esa fecha que ahora se ve lejana pero en realidad está a la vuelta de la esquina.
Su apartidismo fue ideal para su postulación dado el rechazo generalizado que había entonces (lo sigue habiendo) hacia todos los abanderamientos, especialmente para el PRI y el PAN, lo cual facilitó que unos y otros, más los escasos militantes del PRD, se unieran y fusionaran para apoyarla contra la “corcholata” de Morena en la campaña adelantada y apabullante.
El primer equívoco que cometió fue el dejar la dirección de los partidos y el manejo de sus presupuestos a los presidentes de los mismos, sabiendo la clase de fichas que eran, particularmente del tricolor Alito que es capaz de bolsearse él solo. Otro error garrafal fue entregarles la designación de todas las candidaturas, en lugar de nominarlas o al menos revisarlas.
Xóchitl nunca tuvo poder ni control en los partidos que la postularon, así que los tres hicieron lo que quisieron con los abanderamientos, las prerrogativas y las candidaturas. La ingenuidad de la postulada fue mayúscula, lo cual fue aprovechado por los dinosaurios que se la comieron viva. Su coordinador y colaboradores cercanos se cruzaron de brazos, de nada sirvieron.
Minimizar al presidente López Obrador y la candidata Sheinbaum Pardo fue otro yerro de Xóchitl, más burlarse y fustigarlos diciendo que le tenían miedo, cuando uno y otra ostentaban una trayectoria política más larga y sólida que ella, con amplia experiencia en los debates públicos y de no arriar banderas ante sus adversarios políticos. Cometió un craso error al subestimar a dos auténticas fieras.
Inclusive abusó de su simpatía personal, de su agudeza y rapidez para contestar y salir de preguntas y situaciones difíciles, pues en ocasiones le faltó seriedad y profundidad en las respuestas que daba. Pocas veces la vimos con la preparación, los conocimientos y la madurez que debe tener una candidata a presidenta de la República. Me llegó a cansar su risa y sonrisa constantes e inapropiadas.
La felicitación a su adversaria fue intempestiva, su explicación de que lo hizo porque era demócrata es inaceptable ya que perdió en una mala lid no en una buena. Tampoco me gustó que se retirara de los medios sin expresar con fuerza y determinación su inconformidad; la iniciativa que presentó en el Senado para castigar al titular del Poder Ejecutivo que se meta en el proceso electoral de su sucesión era estéril, ya que sabía que sería bateada por la mayoría antagonista. Pese a lo anterior, considero que Xóchitl debería de enarbolar a las fuerzas ciudadanas opositoras desde la perspectiva que comento y corregir las equivocaciones de acción y omisión cometidas.