Armando Martínez Orozco
Imagina un mundo donde te golpean por escribir tu mejor columna. Preparas un café, te sientas y alguien, no diré quién, golpea tu cara hasta hartarse. Tus oídos. Los golpea como un animal sediento de sangre. Rulfo los llamaba fantasmas. Los psiquiatras, alucinaciones. Nacieron, en Pedro Páramo, en Comala.
Pero no estaría mal que pisaran la cárcel, que sean ahora ellos los golpeados por otros reos, que se atrevan a sentir lo que es arruinar una mente magnífica solo por sus ambiciones de poder y dinero.
Les hemos pagado y siempre vienen a cobrarnos una deuda nueva, tienen algún nuevo problema, ansían ver a alguien mutilado, quieren sangre y están entrenados para vernos morir.
Su filosofía es la del miedo y la intimidación. Puede ser una hora, dos horas, toda la tarde pero siempre estarán golpeándote. No se hartan de ver el terror cotidiano. Pobres de los imbéciles que luchan por su vida…para ellos solo son cosas.
Golpean tu estómago, manosean tus genitales, violan a todo ser viviente y no saben sentir el dolor que es ser golpeado solo por escribir tu mejor columna. Repito, no estaría mal.
Algunos de ellos solo han venido por su amor al terror, a la intimidación, y no se cansan de mostrarnos su dinero mientras roban el nuestro, infinidad de veces. Nos encañonan por escribir nuestra mejor columna. Pero solo son fantasmas. Héroes de la patria.
Han venido de no sé dónde y no sé por qué odian tanto esta tierra, piensan que están en el culmen del poder, vencieron a unos débiles güeritos y ahora se atreven a disparar dentro de nuestros cuartos. Pero solo son fantasmas.
Tienen cuchillos, tienen veneno, tienen rifles de asalto y tienen profundas ganas de hacernos daño todos los días. Pero solo son fantasmas. Y nosotros solo somos cosas.
Consumen drogas dentro de mi casa, se arman hasta los dientes y nos golpean en el estómago, en los genitales, en la nariz. Pero no pueden pisar la cárcel pues sólo son fantasmas. No les bastó con haber exterminado a medio estado y todavía vienen y cobran, nos roban nuestro dinero y nos culpan de sus propios delitos. Pero sólo son fantasmas. Dueños del terror.