Armando Martínez de la Rosa

** A la edad de 63 años, se va la gran leyenda del beisbol de Grandes Ligas e ídolo de México en las décadas de 1980 y 1990. ** Fue uno de los más grandes deportistas mexicanos de todos los tiempos.

A los 63 años de edad, murió ayer Fernando El Toro Valenzuela Anguamea, el más grande beisbolista mexicano y uno de los mejores deportistas mexicanos de todos los tiempos, por encima de otro legendario lanzador, Vicente El Huevo Romo.

Nacido el 1 de noviembre de 1960 en el pueblo de Etchouaquila, municipio de Navojoa, Sonora, El Toro practicó desde niño el deporte más popular en su ambiente, el béisbol. Luego jugaría en varios equipos de la Liga del Pacífico y en la Liga Central Mexicana con Tuzos de Guanajuato y con los Mayos de Sonora antes de llegar a las Grandes Ligas de Estados Unidos.

Firmó con los Dodgers de Los Ángeles en julio de 1979. Lo enviaron a una de las sucursales, donde aprendió y perfeccionó el lanzamiento que lo haría triunfar en Grandes Ligas, el screwball (tirabuzón). Fue un caso poco frecuente de lanzador bateador, tanto que en su carrera pegó 10 jonrones, siendo uno de los mejores en ese rubro entre los pitchers de su época.

Su debut no estuvo planeado y sin embargo fue de ensueño. El 9 de abril de 1981, el lanzador abridor Jerry Reuss se lesionó el día previo al juego inaugural de la temporada y el resto de los pitchers no convencía al manager Tom Lasorda. Optó por el novato Valenzuela, quien blanqueó 2 a 0 a los Astros de Houston. Era todavía un desconocido.

Nace la superestrella

En la temporada de 1981, El Toro pasó de ser uno más a convertirse en un pelotero superestrella: ganó sus primeros 8 juegos, 5 de ellos por blanqueada. La huelga de beisbolistas recortó esa temporada en que Valenzuela tuvo una marca de 13 ganados y 7 perdidos. Recibió el premio Cy Young que se otorga al mejor pitcher de las Grandes Ligas y el de Novato del Año. Es el único caso en la historia del beisbol de Grandes Ligas que alguien recibe ambos títulos en una temporada.

De 1981 a 1986 tuvo las mejores estadísticas de las Grandes Ligas. Nació así la Fernandomanía, un fenómeno sociodeportivo que comenzó en la comunidad mexicana de Los Ángeles y se extendió a todo Estados Unidos y México. Era ya un ídolo. En ese tiempo, periodistas estadounidenses se quejaban de que no podían entrevistar a Valenzuela porque sólo contestaba español. A la queja, El Toro respondió: “Si me quieren entrevistar, que aprendan español”.

En Estados Unidos recibió algunas expresiones racistas y alguna vez salió del estadio escoltado por agentes del FBI por amenazas de muerte. En el auge de la Fernandomanía, lo declararon el beisbolista “más sexy”, aunque no era precisamente un galán de cine.

Un fuera de serie

En 1990, lanzó su único juego perfecto, sin hit ni carrera. Con los Dodgers, sus números hablan de su calidad excepcional, su condición de un fuera de serie: 2074 ponches, 3.54 promedio de carreras limpias, 173 juegos ganados y 153 perdidos. En la Serie Mundial de 1981, con 20 años de edad, Valenzuela lanzó el juego con que los Dodgers ganarían el Clásico de Otoño a los Yankees.  Casualidades del destino, el próximo viernes comienza la Serie Mundial con los Dodgers y los Yankees enfrentándose luego de 43 años de aquel juego de 1981.

Participó 6 veces en el Juego de Estrellas con el equipo de la Liga Nacional, donde en 1986 igualó el récord de 5 bateadores de la Liga Americana ponchados en línea que había establecido Carl Hubbell en 1934. Ese mismo año, en la Liga Nacional fue líder de juegos ganados, con 21, la mayor cantidad de blanqueadas con 6 en 1981, ganó el Guante de Oro en 1986 y el Bat de Plata en 1981, 1986 y 1989.

El declive

Una lesión en el hombro izquierdo mermó el rendimiento del pitcher bateador en 1990 y los Dodgers lo dejaron en calidad de agente libre. Todavía jugaría una temporada con Los Angelinos de California, una más con los Charros de Jalisco, otra con los Orioles de Baltimore, luego una con los Phillies de Filadelfia, otras 2 con los Padres de San Diego y la última en Grandes Ligas con los Cardenales de San Luis, en 1997.

En 2003, El Toro regresó a los Dodgers en calidad de comentarista de los juegos de su equipo, ocupación de la que se alejó hace unas semanas para internarse en un hospital de Los Ángeles, donde falleció ayer. Le sobreviven su esposa, Linda Burgos, con la que estuvo casado 43 años, y sus 4 hijos, uno de los cuales, Fernando Jr., jugó de primera base en los Padres de San Diego y en los Medias Blancas de Chicago.