Juan Carlos Estrada

Periodismo

La autocrítica es un ejercicio prácticamente ajeno en las personas que gobiernan, las del presente y las del pasado, tanto en el ámbito local como en el nacional.

Pero no sólo es la ausencia de autocrítica lo que distingue a la clase gobernante cuando de cometer errores y  no reconocerlos se trata. Se tiene la fascinación, además, de culpar a otros de los yerros u omisiones propias.

Esto lo comento por el reciente feminicidio (por las características con las que se cometió, espero así se haya clasificado ese delito) de Patricia Ramírez, Paty Bunbury, periodista de espectáculos ultimada a balazos en su domicilio en el centro de la Ciudad de Colima la semana pasada, fallando así el Estado Mexicano, una vez más, a su principalísima tarea de salvaguardar la seguridad de las personas.

Ante ese hecho, una de las partes del Estado Mexicano, la Fiscalía General de Justicia de Colima, difundió un boletín de prensa de contenido oprobioso, infamante e inhumano, en el que no sólo revictimizó a Paty y a su familia al criminalizarla y prácticamente culparla de su propia muerte, sino intentó subestimar su labor como periodista.

«Ninguna de las líneas de investigación en las que se trabajan (sic) con los datos de prueba recabados hasta el momento, tiene relación con las funciones de reportera de espectáculos que ocasionalmente ejercía la víctima para un sitio web en el estado», dice el último párrafo del vergonzoso comunicado de la FGJE, del que no citaré las mayores y más graves descalificaciones e infamias a la víctima.

Es claro que al utilizar el adverbio «ocasionalmente», la FGJE buscó enviar el mensaje de que Paty no era periodista de tiempo completo y al no serlo, pues no es tan periodista, lo que le disminuiría gravedad al crimen.

Ignora la autoridad ministerial dos cosas:

1. La vida humana es el bien jurídico más valioso, se trate o no de un periodista, por lo que la información de cualquier muerte violenta, debería tratarse con respeto, principalmente a la víctima.

 2. En Colima, muchas de las personas dedicadas al oficio periodístico se dedican también, en paralelo, al magisterio, a las ventas, al servicio de transporte de personas, al reparto de mercancías, al cuidado de niños y ancianos y a un sinfín de actividades, siendo ellos y ellas periodistas, como lo fue Patricia.

Finalmente, reconozco y aplaudo a los medios de comunicación que no hicieron eco del mencionado comunicado de la FGJE y con ello no colaboraron en la revictimización de Paty, seguro entendieron y entienden que en la entidad de la República que más probabilidades se tiene de ser víctima de un homicidio doloso, todas y todos estamos en riesgo y no nos gustaría que la Fiscalía General de Justicia nos revictimizara criminalizándonos.