Armando Martínez de la Rosa
** Se reunirá, dice, con Adán Augusto López y Ricardo Monreal, en septiembre.
Rodeada de fantasmas que no son suyos, casi maniatada, la presidenta Claudia Sheinbaum parece intentar conjurarlos.
Hasta ahora, se ha movido entre ellos sin todavía soltar golpes definitivos para desaparecerlos, pero se deslinda.
Dos de ellos son sus adversarios abiertos. Adán Augusto López, en el liderazgo de la bancada de Morena, y Ricardo Monreal, en la Cámara de Diputados.
Sheinbaum informó ayer que no se ha reunido en las últimas dos semanas con los coordinadores legislativos, Adán Augusto y Monreal, debido a que están de vacaciones, excusó la mandataria, y negó que sea por los escándalos en que se han involucrado.
Espera reunirse pronto con los líderes parlamentarios para revisar las leyes prioritarias previamente al periodo ordinario en el Congreso de la Unión el 1 de septiembre. “No, nada que ver (los escándalos). Están de vacaciones. Ya nos vamos a reunir para el inicio del nuevo periodo del Congreso”, sostuvo.
En la agenda legislativa, están el Paquete Económico (de 2026), la conclusión de la Reforma al Poder Judicial y la Ley de Aduanas. Sobre la Reforma Electoral, señaló que entrará en proceso de discusión, a cargo de Pablo Gómez, quien coordina la Comisión Presidencial del ramo.
Mientras, otro fantasma viene del norte. DonaldTrump ordenó al ejército intervenir en países extranjeros donde haya narcoterroristas, como México, Venezuela, Colombia, Nicaragua y otros del continente.
Y hubo de excusar a otro fantasma, el dictador Nicolás Maduro, a quien Estados Unidos exhibió por nexos con el Cártel de Sinaloa, organizar el Tren de Aragua y liderar él mismo un cártel.
«Es la primera vez que oímos ese tema, no hay ninguna, de parte de México, ninguna investigación que tenga que ver con eso», dijo Sheinbaum. No es que los admita, porque los evita desde hace tiempo, especialmente a Adán Augusto y Monreal. Las acusaciones contra el tabasqueño vienen de daños y son producto de investigaciones del ejército. Adán es “el hermano” de López Obrador, como lo llamó el expresidente y lidera una fuerza política de presión contra la mandataria. Está al servicio de López Obrador, como el propio hijo de éste, Andy López Beltrán, secretario de Organización de Morena, que pasó de desdeñar a la presidenta en el zócalo a estar reventado en las redes sociales.