Armando Martínez de la Rosa
Pequeñas confusiones para nada importantes
“Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor”.
Así escribió en una de sus tantas coplas el poeta español Manuel Machado, quien con sus letras les permitió ganar fama a cantantes como Alberto Cortez y Joan Manuel Serrat.
Lo mismo sucede con coplas más populares, las canciones de la música cotidiana. Muchas de sus letras son aceptables, algunas lindan con el poema por la métrica y el ritmo que contienen, que saltan en la buena lectura en voz alta.
Luego vienen los músicos, beben algo de la música del poema y obtienen la que graban en disco y en la memoria del pueblo se fija el canto. La copla, pues, la canta el pueblo y entonces es copla.
Y cuando eso ocurre, a veces se infiltran algunos cambios en las letras, sea por mal oída la original o porque se acomoda a los gustos populares o porque se entendió equivocadamente un verso.
Un ejemplo de esto último sucedió con una canción de Agustín Lara que ha sobrevivido tanto que en poco tiempo se acercará al siglo. Me refiero a Piensa en mí, bella pieza del prolijo compositor veracruzano. Dicen unos versos de esa pieza:
“Ya ves que venero/ tu imagen divina,/ tu párvula boca/ que siendo tan niña,/ me enseñó a pecar”.
Obviamente, Lara escribió que la párvula (pequeña) boca de su novia, que era muy niña, lo enseñó a pecar. Sin embargo, muchas mujeres entienden que la “párvula boca” era la del novio y que la enseñó a ella, “siendo tan niña”, a pecar. Lo mejor es que el equívoco se adapta bien a la necesidad expresiva del canto femenino, si bien es un tanto ridículo referirse por “párvula” a la boca de un varón.
A veces, un verso de una canción da lugar a consignas políticas. Tal ha sucedido con otra de Lara, A tus pies. En ella, el en su tiempo llamado El Flaco de Oro, rogaba a la amada, prosternado: “y como un pecador arrepentido
implorar a tus pies, perdón y olvido”.
Años después, en la izquierda surgió la consigna usada en la búsqueda de desaparecidos forzadamente: “Ni perdón ni olvido”.
Un equívoco más se encuentra en la autoría de la letra y la música que la acompaña. Por ejemplo, el poema Háblame del mar marinero, de Rafael Alberti, y la música que Manuel Alejandro sabiamente le adaptó. Muchos creen que la letra es de este último. Lo cierto es que Alejandro musicalizó el poema de Alberti para que lo cantara la hermosa voz de Isabel Pantoja, cuando volvió de su largo silencio tras la temprana muerte de su marido, Francisco Rivera, Paquirri, en la plaza de toros de Pozoblanco. Trágico fin de uno de los más grandes toreros de todos los tiempos.
Si usted desea escuchar ese poema musicalizado en la espléndida voz de Isabel Pantoja, aquí le dejo el enlace en YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=gv-o7sWuidE.
Los equívocos son parte de la condición humana. Quien no lo crea, recuerde que de uno de ellos nació la trama de Romeo y Julieta, cuya tragedia se originó en un mensaje mal dado. Así es la vida, la hermosa vida.