Héctor Sánchez de la Madrid
Tiempo fuera
Permítanme por el día de hoy hablar un poco de la familia Sánchez de la Madrid, especialmente de mi hermano Jaime, el que me sigue hacia arriba. El elogio mayor sobre mis papás, hermana, hermanos y yo, se lo comentó la señora Griselda Álvarez Ponce de León, siendo gobernadora de Colima, a mi fraterno Manuel en una plática que tuvieron.
“Qué poderosos debieron ser los genes de Manuel y Amalia (mis papás) para haber engendrado a sus 4 hijos, Adriana, usted, Manuel, Jaime y Héctor, con distintas características entre sí pero todos con personalidad propia, inteligentes, cultos y atractivos”, palabras más, palabras menos. Si alguna o alguno de mis lectores no está de acuerdo con la apreciación de Doña Griselda, le puede reclamar a ella.
En efecto, mi familia fue única, especial, mis padres, con un alto nivel intelectual, cultural y personal, siempre fueron el centro de atención en donde se encontraban, sus anécdotas eran encantadoras, sus comentarios interesantes y sus criticas profundas. Ninguno de mis familiares fuimos y somos fáciles, toda mi vida he considerado que quien tenga esas cualidades difícilmente podrá ser sencillo, tranquilo y humilde.
Mi papá fue uno de los personajes más completos de su época, brillante en la literatura y el periodismo, abandonó la política desde muy joven por las traiciones recibidas y juró no volver a participar como actor en la misma, lo cual cumplió al pie de la letra. Seguramente por haber destacado en las letras y por su renuncia a la política sus detractores en vida y quienes nunca lo conocieron le han negado los honores que merece.
No importa, en 1993, en los 40 años de vida del gran periódico que fundó, “Diario de Colima”, la familia Sánchez Espinosa, que formé con mi esposa Patricia M. Espinosa Sotelo, Patricia, Daniela y Héctor, editó las casi 350 Viñetas de la Provincia que semana a semana mi papá escribió y publicó en el matutino que tanto quiso. En 2003, coeditamos con el Gobierno del Estado una Antología de sus 100 mejores anécdotas. En 2015 editamos “El Marqués”, una recopilación de artículos y columnas que se escribieron sobre él después de su partida al infinito.
Espero que algún día la escultura de bronce de Don Manuel Sánchez Silva —del artista Carlos Espino—, que se encontraba en la entrada del edificio que aún alberga a “Diario de Colima”, se coloque en un espacio digno de esta capital como un reconocimiento a un gran colimense que amó a la tierra que lo vio nacer. Por cierto, su poema “A Colima” es lo mejor que se ha escrito sobre nuestro estado, para mi gusto.
De mi madre, Doña Amalia de la Madrid Béjar, pudiera medir su dimensión con decir que siempre estuvo al nivel de su esposo, que nunca deslució o se vio menos al lado de uno de mis dos personajes favoritos (mis papás), definición que hago no como hijo de él y de ella, sino como persona, como colimense. La inteligencia y la cultura de mi mamá eran igual o superiores que la de mi papá, coincidíamos en ello mis hermanos y yo. Su simpatía sí era mayor, definitivamente.
La familia Sánchez de la Madrid fue muy especial, vivimos felices en Degollado 118, en Rey Colimán 380, en El Cóbano y en El Alpuyeque, hasta que empezó a desgranarse la mazorca al casarse Jaime con Esthela Schulte Cividanes el 1 de octubre de 1965. Siguió Adriana el 25 de marzo de 1968 al contraer nupcias con José Ignacio Peralta Mejía; Manuel el 1 de octubre de 1969 al matrimoniarse con María de Lourdes Hurtado Ramos. Yo me casé con Patricia M. Espinosa Sotelo el 16 de agosto de 1974, hace casi 50 años.
Adriana llegó a escribir una columna de sociales en nuestro periódico y fue secretaria de audiencias del ingeniero Jesús Robles Martínez en Banobras; Manuel y Jaime estuvieron a cargo de los establos ganaderos que tuvimos en la Granja Amalia, El Cóbano, Ticuisitán y El Alpuyeque. Después Manuel fue reportero y director general de “Diario de Colima” y luego fundó el periódico “El Mundo desde Colima”; Jaime puso el restaurante “El Mesón de Caxitlán”, la discotheque “El Hormiguero”, la carnicería “La Cima” en Santiago y fue delegado de Tránsito en Manzanillo. Yo laboré durante 3 meses en la delegación de Reforma Agraria en Colima y desde abril de 1976 hasta el 9 de abril de 2021 trabajé en “Diario de Colima”.
Antes de cerrar con una anécdota de Jaime, quiero confesarles que a mis 74 años añoro a la familia Sánchez de la Madrid, a los viajes a Manzanillo a bañarnos en la playa de Santiago, a las excursiones al Volcán de Fuego, a los caminos de terracería al norte del estado, a salir los domingos con mis papás al “ahí por ahí”, a los relatos de hechos extraños, de miedo, que mi papá nos platicaba en las noches y que me quitaban el sueño, a montar a caballo desde los 7 años en la Granja Amalia, El Cóbano, Ticuisittán y El Alpuyeque. Tiempos hermosos que viví y que guardo aún en mi memoria, lo cual espero que así siga hasta que parta.
Y ahora la anécdota: Ya entrada la noche estaba un grupo de amigos tomando café en el restaurante La Fuente —de Alfredo Assam Atala—, compuesto por Germán de la Mora de la Mora, Carlos Hugo Schulte Cividanes, Roberto Solórzano Castañeda, José González Dueñas, Héctor Cárdenas Murguía, Hugo Gallegos y Jaime mi hermano, platicando acaloradamente sobre los excesos, equivocaciones, mentiras, agresiones, en fin, de las pésimas decisiones que tomaba el presidente Luis Echeverría Álvarez —cualquier parecido con el mandatario Andrés Manuel López Obrador es pura coincidencia—, cuando el primero de ellos le preguntó a mi fraterno, que a esas horas ya se estaba durmiendo: “Jaime, el país está muy mal, tenemos que hacer algo, ya estuvo bueno de quedarnos callados y sin hacer nada, ¿te levantabas mañana temprano en armas?”, a lo que el aludido contestó, espabilándose y con una sonrisa pícara: “¿A qué hora?, ¡después de las 12 pue’ que sí!”.