Carlos Alfredo Arévalos

** Jugó con el Independiente, de Colima, en selecciones estatales y en Pumas. ** Con los Diablos Rojos fue multicampeón y nacional con la Selección Colima.

En días pasados el Grupo de Amigos Leyendas del Futbol, rindió un homenaje a Jesús Godínez Gutiérrez, quien como futbolista fue un destacado extremo izquierdo y cuyas cualidades lo llevaron desde niño, siendo jugador del Independiente FC, a formar parte de selecciones estatales infantiles, y siendo joven, además de seguir representando a Colima en prenacionales y nacionales, formó parte de cuadro titular de las reservas del primer equipo de los Pumas de la UNAM.

Aún recuerdo cuando leía las crónicas periodísticas del profesor Enrique Pacheco Aguilar, se refería a él, como el diminuto Chuy Godínez, por su corta estatura.

Tuve oportunidad de entrevistarlo mientras observaba un partido del Independiente de la categoría Platina, de la Liga el Futbol del Recuerdo y esto fue lo que resultó de esa charla:

Chuy Godínez nació en la comunidad de Estapilla, del municipio de Colima, el 22 de junio de 1950. A los 10 años de edad, sus papás lo enviaron a esta capital a estudiar la primaria a la escuela Gregorio Torres Quintero, junto con su primo Gilberto.

Asegura que no conocía el futbol, pero luego de hacer amigos en el plantel, lo invitaron a jugarlo y sus cualidades innatas lo llevaron a representar a la Torres Quintero en torneos escolares.

Fue invitado por el Imperio a jugar en el futbol organizado, pero una tarde cuando junto con su primo llevarían las fotos para su registro con los guindas al enlace que era el Piligüije Carlos Manzano, el profesor Enrique Pacheco, docente de la Torres Quintero, los invita a jugar con el independiente y firman la credencial para su registro.

No obstante, y sin saber que ya estaban comprometidos con los Diablos Rojos, Chuy y su primo fueron con Carlos Manzano, para entregarle sus fotos y jugar con el Imperio.

«Cuando lo vimos le dijimos ‘te traemos las fotos’, pero nos recibió con un ‘inguen a su madre’, no sé cómo se enteró que habíamos firmado con el Independiente».

Chuy recuerda que su calzado en ese tiempo eran los huaraches y con ellos jugaba futbol, por lo que al pegarle al balón de cuero los pies le quedaban adoloridos, además de las ampollas.

«Viví un tiempo por la Zaragoza y conocí a los hijos del profesor Gis (Hernández), Johny y Ricardo, quienes nos dijeron que con calcetas y con zapatos (propios para jugar futbol), ya no».

Por ello, dijo que tanto él como su primo pidieron a sus papás les compraran los zapatos y calcetas.  «A mí me mandaron al carajo, a mi sobrino le dijeron que sí, pero cuando fue a Estapilla por el dinero, a mí también me mandaron para comprarlos».

Recuerda que el Independiente entrenaba en la hoy desaparecida unidad deportiva Ignacio Zaragoza, que se ubicaba por la calzada Galván, frente a lo que fue la Zona Militar. Sin embargo, «en los entrenamientos a los infantiles no nos hacían caso, hasta que una vez los grandes no se completaron para el interescuadras y el entrenador Pancho de la Rosa nos dijo ‘¿quieren jugar?’, y nos metieron, ahí nos conocieron, vieron nuestras facultades».

Con gran cariño recuerda a Pancho de la Rosa, pues fue quien lo pulió como jugador, incluso con prácticas personalizadas sobre el dominio del balón.

Menciona que su ascenso de categorías con los Diablos Rojos fue vertiginoso, ya que jugando en infantiles reforzaba a la juvenil y prácticamente con la juvenil no jugaba, ya que lo requerían para la máxima categoría, donde empezó a destacar.

Su posición siempre fue de extremo izquierdo, «no soy zurdo, se me facilita pegarle al balón con una u otra pierna, pero con la izquierda siento que le pego más fuerte y para manejar la pelota uso más la derecha».

Chuy Godínez recuerda los nombres de los jugadores titulares con los que jugó: el portero era Ramón Cura Cano, los defensas el Bebo Miguel…, la Gema Francisco López, el Chanfaino Zamora y Chuy Oliva; los mediocampistas, Lalo Llamas, Rafael Cacay Álvarez y en la delantera jugaba con Nicolás Espinosa, en el eje del ataque, y Francisco Zurdo Gutiérrez, por el otro extremo.

«También estaba Mario Barajas en la media cancha, el mejor pasador que tenía Independiente, jugador con idea; Cacay también era buen pasador, pero Mario era el que me exigía a mí, el que me señalaba el espacio por donde me mandaría el balón; por eso me abría, me dejaban el hueco y por ahí me ponía el pase».

LLAMADOS A SELECCIONES

Representando a Colima, recuerda que fue a prenacionales a Nayarit dos veces, a Chilpancingo (Guerrero), a Jalapa (Veracruz),a Monterrey  (Nuevo León), a Guadalajara (Jalisco) y a la ciudad de México.

A nacionales le tocó ir a  Sonora, con una selección juvenil dirigida por  Heliodoro Babuchas Fuentes y resulta que en ese torneo lo expulsaron, «porque en una jugada el árbitro pitó una falta al momento que yo tiré y ese fue el motivo. Sí oí el silbatazo, pero fue al momento que tiré y como no me detuve, me expulsó. Babuchas se enojó con el representante de la Federación Mexicana de Futbol que era Horacio Casarín y le echó la viga, ‘nos perjudicaste’ le dijo».

Asegura que fue contemplado para la selección de 1973, que se coronó en el nacional de Ciudad Juárez, Chihuahua, pero no hizo el viaje  porque estaba considerado para ir a visoría a los Pumas.

«Me llevo don Gilberto Morfín (presidente de la Asociación de Futbol de Colima) y me quedé en las reservas, jugaba todos los partidos y anotaba».

Recuerda que en ese tiempo estaban en el equipo grande el portero Onassis Díaz, en la central Miguel Mejía Barón y Héctor Sanabria, los laterales eran el Negro Genaro Bermúdez y el Gonini Arturo Vázquez Ayala; en la media estaban Mario Velarde, Bora Milutinovic y Toño de la Torre, y adelante Leonardo Cuéllar, Hernán Cabalzeta y José Luis Pareja López.

Le pregunté si veía difícil llegar al primer equipo y esta fue su respuesta:

«No, a mí me aplaudía (el entrenador español Ángel Zubieta en los entrenamientos, me tocaba ver cuando se sonreía con Pito Pérez, el encargado de las reservas, al ver lo que yo hacía, unas jugadas de no creerse. Hubo una jugada en la que recorté al defensa y luego al portero y me grita ‘tírele’, y ya nomás la metí».

Con las reservas asegura haber logrado varios golazos, «no se me olvida uno de palomita contra el Atlético Español en el estadio Azteca, en uno de los preliminares de la primera división».

Mencionó que solo jugó  una temporada con las reservas, «me exigían y me gritaban y yo una vez me pregunté por qué me gritan, por qué me exigen tanto y me dicen mis compañeros es porque se están fijando en ti».

Le pregunté si alguna vez lo llamaron para jugar con el primer equipo, y me respondió que nunca lo hicieron.

«Zubieta me aplaudía, pero nunca me llamó al primer equipo, lo que me decía: ‘come mucho’, me faltaba estatura y peso, pesaba 56 kilos, yo comía pan, pero no engordaba».

Dijo que en una ocasión llegaron a Pumas para invitarlo a una visoría con el Acapulco de  segunda división, que no era el filial de Pumas, el filial era el Ínter.

«Y me  aconsejaron los argentinos del equipo Ramírez y Cottón, que me fuera a foguear, porque en Pumas no me iban a dar oportunidad. Al Acapulco me fui porque quise, Zubieta me dijo que si quería irme me fuera y los argentinos eso me aconsejaron».

Asegura que el dueño del Acapulco lo trató bien, «me fui de Pumas ganando 3 mil pesos, era el que más ganaba, y en Acapulco me pagaron 7 mil. Ahí me hice de centavitos, ahorré y con eso compré el lote donde construí mi casa».

Sin embargo, «el Acapulco entró en crisis y ya no nos pudieron pagar, me debían como 70 mil pesos, cuando me despedí, el presidente  me dio un cheque por esa cantidad, me fui a México, al otro día fui a cobrarlo y me lo botaron. Que me regreso a Acapulco, llegando fui al banco a cobrarlo y que me lo pagan. Ya entonces me vine a Colima a buscar chamba, porque jugar futbol profesional ya no funcionó. Don Gilberto (Morfín) me tramitó la baja (de jugador profesional) y vuelvo a jugar aquí».

Con el tiempo y estando laborando en su escritorio, en la misma oficina trabajaba el Zurdo Gutiérrez, quien recibió la visita del español avecindado en Tecomán, José González Quevedo, Pepín, quien lo invitó a jugar con el equipo Jalisco del futbol profesional, donde Francisco Gutiérrez, fue apodado el Tecomán.

En eso, Pepín fijó su vista en Chuy y le preguntó al Zurdo, «¿ese es el chelenguito que estuvo en Pumas?».

Ese apodo de chelenguito se lo puso Zubieta por su estatura y peso, lo que le impidió escalar más alto en Pumas y llamó la atención de Pepín, solo para saciar su curiosidad.

TÍTULOS

Chuy Godínez recuerda que con Independiente ganó la Copa Challenger, un trofeo enorme que se disputó en la década de los 60, donada por el entonces presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz y se quedaría con ella el equipo que la ganara tres veces, lo cual hizo el Independiente.

Otra satisfacción se dio en veteranos, «ganamos tres veces consecutivas la liga, la copa y por ende el campeón de campeones».

Recuerda que debutó en la primera fuerza jugando contra el Bosco y que su primer gol fue en la portería norte del V.  Carranza, campo que estaba al interior de la Zona Militar.

Chuy Godínez se retiró de la práctica del futbol a los 69 años de edad.