Armando Martínez de la Rosa
Reviven al dinosaurio
La legislatura 49ª, que fungió de 1991 a 1994, enfrentó la protesta de los burócratas estatales por una reforma legal que afectaba a los trabajadores del gobierno estatal. Eran, todavía, los tiempos del partidazo, el PRI, omnipotente y omnipresente.
Los burócratas ocuparon el edificio del Congreso del Estado para impedir la reforma que había presentado el entonces gobernador Carlos de la Madrid Virgen. Los legisladores encontraron una salida no precisamente política: sesionaron en el sótano de la sede camaral, en el estacionamiento, y aprobaron la modificación a la ley.
De aquel vergonzoso acontecimiento han pasado unos 30 años. Y para azoro de quienes todavía se asombran, los diputados locales de Morena y sus achichincles incurrieron en una conducta similar el pasado martes. Se negaron a dialogar con los dirigentes sindicales de los burócratas y los maestros estatales acerca de aplicar el impuesto sobre la renta a los aguinaldos.
Al no ser escuchados, los burócratas tomaron la tribuna -como antes lo hicieron los morenistas aquí y en las cámaras federales-. Los diputados se encerraron. Cuando fueron a buscarlos los sindicalistas, los “diputados del pueblo” salieron por la puerta trasera, huyeron, se fugaron como delincuentes.
Más tarde, en sesión vía Zoom (el equivalente tecnológico del sótano de 1991), 17 morenistas y achichincles votaron la reforma y gravaron el aguinaldo de los burócratas por orden de la gobernadora Indira Vizcaíno Silva, que una y otra vez se ha manifestado cercana a los trabajadores de su gobierno. Mientras, en redes sociales negaban que fuesen a legislar como legislaron.
El partidazo Morena actúa como aquel su antecedente, el partidazo PRI de los tiempos antiguos, arcaicos, que han desaparecido, según los morenistas. Morena es el mismo PRI oloroso a viejo, rancio, despótico, demagógico y tan neoliberal como lo que dice combatir.
Michael Crichton, autor de Parque Jurásico, en su novela Timeline (en español se titula Rescate en el tiempo), aborda los viajes en el tiempo y cómo, mediante la disgregación de una persona, se le puede enviar a otro universo donde recobra su forma y vive.
Tal ha hecho este régimen con el viejo PRI, un viaje en el tiempo. Con todos sus defectos, ninguna de sus virtudes, lo ha revivido y rebautizado, ahora se llama Morena. Asunto de máscaras.
Como en el célebre cuento brevísimo de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.