** Fue símbolo sexual en la época de oro del cine mexicano, a mediados del siglo pasado.

La legendaria bailarina exótica y actriz de cine y televisión Yolanda Yvonne Montes Farrington, Tongolele, falleció ayer a los 93 años de edad.

Tongolele -tal su nombre artístico en honor a la ascendencia tahitiana de su madre- se convirtió en símbolo sexual a mediados del siglo pasado, en la época de oro del cine mexicano.

Nacida en Spokane, estado de Washington, Estados Unidos el 3 de enero de 1932, de padre mexicano y madre estadounidense de ascendencia tahitiana, Montes Farrington emigró a México a los 15 años de edad, luego de demostrar en California sus dotes extraordinarios para la danza. En México, Tongolele continuó su carrera en la danza exótica y debutó en el entonces famoso y exclusivo cabaret Tívoli, de la capital del país y pronto se presentó en los mejores centros nocturnos del Distrito Federal.

La apodaban La Diosa Pantera por sus llamativos ojos azules y el mechón blanco que llevó siempre en el pelo.

Su primera aparición en cine fue en la cinta La mujer del otro, a la que siguieron Nocturno de amor y Han matado a Tongolele, las 3 rodadas en 1948. Al año siguiente actuó en El rey del barrio, y en 1951, Mátenme porque me muero, y Sí…mi vida. Ocupó casi siempre papeles secundarios de bailarina exótica, pero era imán de taquilla.

En 1956, se casó con el empresario cubano Joaquín González, con quien tuvo 2 hijos, gemelos.

En 1971, participó en la coproducción mexicanoestadounidense Snake people, en el papel de bailarina con serpientes. En ese tiempo, de auge de la vida nocturna del Distrito Federal, volvió a los cabaretes, el cine e incursionó en televisión, en la telenovela La pasión de Isabela y en 2001 y 2002, en otra telenovela, Salomé.

Entre 2010 y 2012, en  teatro, actuó en la comedia musical Perfume de gardenia, y su última cinta fue El fantástico mundo de Juan Orol.

Ya en 2010 le habían diagnosticado demencia senil, aunque finalmente se trató de Alzheimer, lo que la mantuvo recluida en su residencia de Puebla, donde sólo reconocía a sus hijos y al personal que la cuidaba.