Armando Martínez de la Rosa

** Serbia pide a la UEFA sancionar a Albania y Croacia por llamados de porras en los estadios a “matar serbios”. ** Son resabios de una guerra de entre siglos.

La geopolítica, el nacionalismo y la guerra han aparecido en la Eurocopa de Naciones de 2024 para ensuciarla, cuando aficionados de Albania y Croacia llamaron, en las gradas, a “matar serbios”.

Son resabios de una guerra de finales del siglo 20 y principios del 21, cuando Serbia y Albania se disputaban el territorio de Kosovo, que ambas reclamaban. Como el conflicto se resolvió a medias y Kosovo fue declarado país “independiente”, aunque no del todo, los rencores de los nacionalistas persisten hasta ahora. Tal la razón de los cantos en las tribunas llamando a “matar serbios”, lo mismo de albanos que de croatas.

El secretario general de la Federación Serbia de Futbol, Jovan Surbatovic, solicitó a la Unión Europea de Futbol Asociación (UEFA) sancionar a las selecciones de Albania y Croacia. Y advirtió que si la UEFA no toma medidas disciplinarias efectivas, Serbia se retirará de la Eurocopa.

El torneo se juega en Alemania, que desplegó más de 20 mil policías para mantener el orden. Sin embargo, el fin de semana pasado se registró un enfrentamiento a golpes entre aficionados albanos y serbios en calles de la cuidad de Gelsenkirchen.

Y luego aparecieron los cantos en la tribuna.

El origen

Tras la segunda guerra mundial, el líder comunista Yugoeslavo, el mariscal Tito, se hizo del poder político mediante la guerrilla, con apoyo de la entonces Unión Soviética. A la caída del régimen soviético, varios países que habían sido forzados a soportar regímenes comunistas prosoviéticos, decidieron liberarse. Así se desintegró Yugoeslavia.

De ese país surgió Bosnia y Herzegovina y Montenegro, vecino de Serbia.

Serbia, un viejo reino medieval, y Montenegro formaron un solo país, esto es, dejó de ser Yugoeslavia.

Albania es un país cuya historia data de más de mil años de guerras territoriales, invasiones, anexiones a varios reinos y un régimen medieval que lo sumió en el atraso. En la tercera década del siglo 20, una abrumadora mayoría de albanos era analfabeta, en el país no había servicios médicos ni hospitales ni industria ni bancos. La agricultura era de subsistencia. La expectativa de vida era de 38 años.

Acudió a Italia por ayuda, que le fue concedida. Pero los italianos se apoderaron del país y sus recursos naturales. El descontento social que provocó, orilló a Albania a una guerra civil en que lo mismo recibía armas y financiamiento de los fascistas italianos de Mussolini que de Estados Unidos y Gran Bretaña. Cruenta la guerra, desembocó en un régimen de dictadura comunista, que caería junto con la Unión Soviética.

En 1991, Albania y Serbia entraron en conflicto por el territorio de Kosovo, que los serbios consideraban suyo, y que está en medio de ambos países. La guerra estalló, hubo más de 20 mil muertos y miles de desplazados. Intervino la ONU y en 2001 Kosovo se erigió en país “independiente”, pero no del todo. La paz fue frágil entre Serbia y Albania. En cambio, el odio nacionalista quedó tan fuerte que hoy se ha trasladado a las tribunas de los estadios alemanes.

A ese problema se enfrenta ahora la UEFA y no ha encontrado la solución.

Quizá venga solo el remedio, cuando Albania y Serbia queden eliminados. Albania, con 2 puntos, necesita vencer a España el lunes próximo, misión casi imposible. Serbia, con un punto, requiere derrotar a Dinamarca el martes, un sueño. Y Croacia ya está eliminada.

Lo cierto es que el nacionalismo en el deporte y en la política suelen desembocar en guerras, odios, resentimiento y ríos de sangre y sufrimiento.