Armando Martínez de la Rosa
** Frente al Palacio de Gobierno la llaman traidora al feminismo y precisan que no es aliada, sino una “privilegiada”.
Sobre la fachada del Palacio de Gobierno se proyecta una gigantesca fotografía de la gobernadora Indira Vizcaíno Silva, sonriente ella, y una frase contundente: “Indira: las mujeres te exigimos seguridad y justicia”.
Se lo decían a una gobernadora que se ha definido feminista y cuyo discurso insiste una y otra vez sobre los derechos de las mujeres, sus avances en política y presume la reivindicación de los derechos de ellas.
Y se lo decían precisamente por eso, porque fuera del discurso oficial y del círculo político de la gobernadora y sus amigas en el poder, la realidad de Colima es otra muy distinta. Es el Colima de los feminicidios, de las desaparecidas forzadamente, del acoso y el abuso sexuales cotidianos.
Quizá antes la consideraron una feminista confiable que trabajaría por cambiar esa realidad de violencia y sangre. Ahora ya no, según lo expresaron ayer en la marcha por el Día Internacional de la Mujer. Afuera del Palacio de Gobierno, corearon que la gobernadora “¡no es una aliada, es privilegiada!”.
Otros coros: “¡Indira, traidora!” o “¡fuera Indira!”. Es el resultado de la realidad de 3 años en que la acción del gobierno es insuficiente contra la violencia y en especial contra la violencia de género y feminicida.
El año pasado, la marcha fue agredida por la Policía Estatal con gases lacrimógenos que inundaron el corazón de la ciudad y afectaron incluso a personas que observaban la marcha y el mitin, el humo quemante llegó a varias cuadras a la redonda.
Ahora, Indira dijo que se respetaría la libertad de expresión, pero a las feministas les retiraron el templete instalado previamente, les robaron las bocinas del equipo de sonido para el mitin.
Entonces, volvieron a derribar y quemar la puerta del edificio sede el gobierno estatal. Pusieron desde adentro una barrera metálica para impedirles el paso aunque derribaran la puerta. De cualquier modo, la gobernadora no estaba ahí, se encontraba ausente, en cualquier otro lugar menos ahí, donde las mujeres le exigían dar la cara.
Tan ausente que su respuesta la dio por Facebook: “Hoy en Colima una gran cantidad de mujeres se expresaron como desearon hacerlo. La conclusión es clara: tenemos mucho trabajo por hacer en la defensa de las causas de las mujeres. La instrucción de hoy también fue clara: escrupuloso respeto a la libertad de expresión y manifestación, y acompañamiento institucional para garantizar la seguridad de las manifestantes. Mi convicción siempre ha sido que no hay bien material que sea más importante que los derechos de las mujeres; este día el Gobierno ha actuado acorde a esta convicción”.
Un mensaje desde la distancia, ajeno a la realidad que expusieron las manifestantes, un mensaje desde el poder, desde el privilegio a que se refirieron las mujeres.
Y ni una palabra, una sola, sobre la violenta realidad que padecen las mujeres, el motivo de la manifestación multitudinaria.