Armando Martínez de la Rosa

** Pese a la debilidad y escasa bravura de los bureles, el juez repartió orejas como confeti en carnaval.

De nuevo, oooootra vez, los toros de la primera corrida de feria en La Petatera fueron malos y sólo 2 del encierro resultaron regulares. La corrida se formó con 2 de la ganadería Marrón y 6 de Monte Caldera.

Los toreros se esmeraron, intentaron sacar agua de las piedras y en ocasiones contagiaron a los tendidos, aunque sólo por momentos.

En el primero de la tarde, el rejoneador Guillermo Hermoso de Mendoza lidió aceptablemente a Constructor, de 490 kilos, de buena presencia y trapío intermitente. Pinchó en el primer intento con el rejón de muerte y tras un aviso recurrió al descabelle. Silencio.

En el segundo de su lote, el rejoneador se esmeró, le hizo una buena faena a Shulito, de 495 kilos. En ocasiones se precipitó y apeló a los tendidos. Mató bien y obtuvo la primera oreja de la tarde, para reclamar al juez no haberle concedido la segunda, que en realidad no merecía.

Uriel Moreno, el Zapata, lidió a Capi, de 475 kilos, primero de su lote, débil de remos, con cierto trapío, aunque cayó en el albero varias veces. Lo mató con estocada un tanto baja. Silencio.

Se reivindicó en su segundo, Riverside, de 485 kilos, del que sacó todo lo posible con arrojo y plasticidad. Fue bueno con la muleta y certero con el estoque de muerte que colocó en todo lo alto y hasta los gavilanes. Dos orejas que lo convirtieron en el triunfador de la tarde.

Autlán, de 480 kilos, un cárdeno al que el español Paco Ureña templó buen oficio con tandas de 6 y 7 pases sin salir mucho del cartabón hasta que el toro comenzó a hacer sentido y mirar de reojo al matador, si bien ganó su nobleza. Fue uno de los bureles más o menos rescatable al que Ureña terminó por mandar. Tenía cerca el apéndice, pero pinchó. En el segundo intento metió una estocada por todo lo alto y hasta los gavilanes. Silencio.

Ureña le hizo buena faena a Rezongón, de 480 kilos. Aceptable con el capote, si bien pidió pronto el cambio de tercio, y se aplicó en la muleta. Mató de una estocada hasta los gavilanes, aunque un poco baja. El juez le dio una oreja.

La tarde no daba para mucho, pero el público se desbordó con entusiasmo generoso por el turno de la joven matadora Paola San Román, que se esmeró con el capote ante Veterinario, de 465 kilos. Pero el juez parecía tener prisa y pronto ordenó el cambio de suerte y sin deleitarse con la plasticidad de la torera.

San Román se esmeró con la muleta mientras el público la alentaba y animaba. Ella respondió y estuvo cerca de la voltereta cuando el toro la despojó del arreo y ella rodó en el albero para levantarse valiente y presta ante la cara del burel, lo que le valió más aplausos de los tendidos.

Falló con el estoque y tras un aviso tuvo dificultades para el descabelle, que intentó 5 veces. Mostró cualidades y mucho valor y entrega, pero le faltó fuerza con la espada de matar.

Con Desarrollador, Paola volvió a lucir con el capote el breve tiempo que le permitió el juez que parecía tener prisa por dejar la plaza, lució con la muleta, de nuevo esmerada, valiente, entregada, pero volvió a fallar con el estoque de muerte. De cualquier modo, se llevó aplausos, las porras en los tendidos y el coreo de ¡torera, torera, torera! Quedó en el corazón del público y mostró que perfeccionando la suerte suprema será una gran lidiadora.

A ver quién le dice al juez de plaza que sus prisas no van con la tauromaquia, que la suerte de capote es una de las claves del toreo y momento para la estética. Y que es mejor contenerse antes de otorgar apéndices.

Y a ver quién resuelve la eterna bronca del envío de toros débiles y sin trapío a La Petatera, que cumple 168 años.

La música fue acorde con la tauromaquia y estuvo a cargo de la Banda de Autlán, que vino invitada y sin cobrar, precisamente el día en que se hermanaron dos ciudades taurinas del occidente: Autlán y Villa de Álvarez.

Y ya que de música se trata, bien harían los restauranteros en respetar un poco más a sus clientes que acuden a comer, beber y conversar y que esto último se les dificulta por el volumen del sonido que es para reventar oídos.

(Foto: Remate de Paola San Román, que con valor, entrega y faenas esmeradas se ganó el corazón del público.)