** En final de fotografía, el estadounidense obtiene la presea dorada en la prueba reina del atletismo, los 100 metros planos. ** Es el más veloz del mundo.
A veces es nada más un recurso oratorio para indicar que una competencia tuvo un final cerrado que sólo se define por fotografía. Ayer, sin embargo, fue real, literal, para encontrar quién había ganado la medalla de oro de la prueba reina del atletismo olímpico, los 100 metros planos.
Fue la fotografía final de una final de fotografía.
Los recursos tecnológicos fueron jueces. Por 5 milésimas de segundo, Noha Lyles ganó la carrera al jamaiquino Kishane Thompson, si bien el reloj electrónico para el público les da a ambos un tiempo igual, de 9.79 segundos por economía de dígitos. En los registros para los jueces, la diferencia fue de 5 milésimas de segundo a favor del estadounidense.
Se recurrió a la fotografía, que mostró el momento preciso de la llegada de Lyles, apenas unos pocos centímetros. La regla indica que la llegada a la meta se considera cuando el tronco del corredor la cruza, en tal caso el pecho. No es la cabeza ni los brazos ni las piernas. Y en la foto, queda claro que el pecho de Lyles pasa primero que el resto de la tropilla a la que rebasó faltando 20 metros, cuando aceleró al máximo posible.
Cuando el pecho del estadounidense cruzaba la meta, la cabeza del jamaiquino Thompson estaba más adelante, pero no el tronco. Se quedó con la de plata.
La de bronce fue para el estadounidense Fred Kerley, con tiempo de 9.81, 2 centésimas de segundo de los otros medallistas.
Tan cerrado estuvo el final que el sudafricano Akane Simbino fue cuarto con tiempo de 9.82 segundos, 3 centésimas más que Lyles.
Lyles alimentó la leyenda de ser el atleta más veloz del mundo. Atraído por los reflectores mediáticos y la polémica, él mismo contribuyó a difundir la especie. Ayer lo demostró por apenas 5 milésimas de segundo. Y se llevó la medalla de oro.