Héctor Sánchez de la Madrid

Tiempo fuera

Como cada año, algunas personas fijamos nuestras metas para tratar de cumplirlas a lo largo de los 12 meses que lo componen. Los compromisos los hacemos con nosotros mismos, unos relacionados con el oficio y los negocios que desempeñamos, otros, los más importantes, tienen que ver con los nexos y el comportamiento que habremos de tener y desarrollar con nuestras familias, amigos y compañeros de trabajo.

Está claro que los primeros demandarán esfuerzo, constancia, aplicación y dedicación a lo que hagamos. El mundo actual brinda innumerables oportunidades para trabajar colectivamente, sin embargo, el avance de la tecnología nos brinda la posibilidad de laborar individualmente y tener éxito en lo que realicemos. Para ello, tenemos que planear lo mejor posible lo que vamos a hacer para cumplir con los objetivos.

Llegar a la cima es difícil, pero no imposible si nos preparamos adecuadamente y ponemos toda nuestra capacidad para lograrlo, así como la dedicación permanente a lo que hacemos, al igual que fijarnos el propósito de hacer lo más correcto la tarea que escogimos. Nadie puede triunfar en la vida si no sigue estos principios básicos, o le costará mucho más trabajo y esfuerzo alcanzar la meta trazada.

Seguir el camino del bien siempre será el mejor, ya que los atajos, las vías fáciles para llegar rápido a la abundancia por los senderos del mal, tarde que temprano los conducirá al castigo legal y al rechazo de la sociedad en su conjunto. Nunca hagamos algo de lo que después nos podamos arrepentir. Lo que fácil llega, fácil se va. Hay que sentar las bases fuertes, de la mejor forma, para construir un futuro sólido y próspero.

No hay una fórmula mágica ni perfecta para triunfar en la vida, pero si conocemos los elementos necesarios para alcanzar el éxito, así como aquellos ingredientes suficientes para dirigirnos al fracaso. Algunos de los primeros ya los enuncié líneas arriba, los segundos son la ignorancia, el conformismo, la flojera y la desidia. Nadie que tenga esas características podrá triunfar en su vida, menos en la actual que es tan competitiva.

Depende de nosotros la calidad de existencia que tenemos, a nadie podemos responsabilizar de lo que somos, particularmente en lo negativo. Desde temprana edad consideré que los padres dirigen el destino de sus hijas e hijas hasta los 25 años a lo sumo, de ahí en adelante somos nosotros los que escogemos el camino hasta donde llegamos. Todo lo bueno que aprendimos de ellos debemos conservarlo al convertimos en adultos.

En cuanto a nuestra convivencia con nuestras familias, amigos y compañeros de trabajo, en estos primeros días del año nuevo podemos hacer un examen de conciencia para analizar si estamos haciendo lo correcto, si podemos mejorar, o si estamos mal y vamos a tronar las relaciones con la gente que nos rodea. No es fácil la coexistencia humana, es una verdad de Perogrullo, pero hay formas viables de mejorarla o sobrellevarla.

Una de ellas es la de aprender a callar y a escuchar, estamos acostumbrados en esta era competitiva y vertiginosa a contestar antes de entender la pregunta, la posición, la duda que nos está haciendo la persona con la que platicamos. Estamos formados para negar en automático lo que oímos, para discutir lo que nos dicen aun sin entenderlo, cuando lo primero que debemos hacer es escuchar y reflexionar antes de contestar.

Otra manera es estirar la tolerancia al máximo, más con quienes queremos y están junto a nosotros. Es difícil hacerlo, máxime si eres adulto mayor y estás por alcanzar las 7 décadas y media, como es mi caso, pero hay que esforzarnos, no hay que perder jamás la paciencia, vale más quedarse callado o perder una polémica que pelearse o decirle algo impropio a la persona querida con la que se tienen diferencias.

Nadie es perfecto en este mundo, así es y está bien, sería muy aburrido si todos fuéramos inmejorables, así que no demandemos lo que no somos, no tenemos ni podemos dar. No le pidas peras al olmo, reza el refrán. En la vida se sube hasta un punto en el que se empieza a bajar, a todas y todos nos va a suceder, quizá yo mismo ya inicié el descenso y no me he dado cuenta. Contra la naturaleza, nada se puede hacer. 

Reflexionemos en estos primeros días del año nuevo, demos gracias de que estamos vivos al Dios en el que creamos, respetemos a quienes tienen uno distinto o no creen en ninguno, hagamos votos por nuestros seres queridos que tienen vida y recordemos con amor a quienes ya partieron y permanecen en nuestros corazones. Y no se olviden, nadie es perfecto, así que a bajarle varias rayitas a nuestro ego y seamos más tolerantes con quienes más queremos y están a nuestro lado. Esa es mi meta para 2025.