Armando Martínez de la Rosa

** Acusaciones y recriminaciones entre candidatas. ** Xóchitl volvió a llamar narcopartido a Morena. ** Máynez, otra vez borrado, intrascendente.

Hay 2 maneras de plantearse el resultado: a) ¿Quién ganó el debate? b) ¿Quién ganará el postdebate?

Los expertos sostienen que es más importante ganar el postdebate que el debate mismo.

Aunque para ello debe haber materia prima previa, es decir, que el debatiente aporte material para que la propaganda posterior al encuentro le saque jugo.

A la espera de los datos del debate de anoche, habrá que atenerse a las cifras del INE sobre cuántos vieron el primero: 11 millones 800 mil personas. Es probable que el tamaño de la audiencia de ayer sea similar. Y también habrá que esperar la estratificación del auditorio por edad, sexo y condición social.

En la lista nominal del padrón electoral hay 99 millones de ciudadanos que podrán votar. De ellos, se calcula que sufragarán entre 60 millones y 62 millones. Significaría que el debate fue visto por apenas 12 por ciento de los electores y 20 millones de los probables votantes.

No son muchos. Debe considerarse que a estas alturas del proceso electoral, una gran porción son personas que ya decidieron por quién votará. En consecuencia, el debate habrá servido poco a decidir a los espectadores.

Tampoco el formato ayuda mucho. Acartonado, con candidatos maniatados, limitados en tiempo, parece más una carrera para entrar a un vagón del Metro repleto.

Anoche, el tema principal fue la inseguridad pública. Sheinbaum insistió en que cuando gobernó la capital del país, la criminalidad bajó. Poco abordó el problema nacional. Xóchitl, en cambio, insistió una y otra vez en cifras, datos, y en acusaciones al gobierno y a la contrincante. Las soluciones que propusieron pasaron a segundo término. La morenista daba la impresión de fingir que el problema no existe y es un invento de la oposición a causa del pasado. Xóchitl puso el dedo en la llaga, pero no lo restregó. Le faltó agresividad. Máynez, difuminado e intrascendente, fue un fantasma.

Ahora, lo importante es quién aprovechará mejor la propaganda durante la semana para ganar el postdebate y ganar votos.

Y una conclusión: el formato del INE para los debates es un bodrio, sin atractivo para los ciudadanos, una fallida lección de civilidad cursilona, mientras permite que en las calles la violación a las leyes electorales sea cosa de todos los días.