Armando Martínez Orozco
Mientras el PRI o el PAN no adopten una posición de élite nuevamente, cualquier crítica es bienvenida. Y de hecho, en nada afecta a Morena la serie de lloriquerías de la derecha en que el único argumento podría resumirse de la siguiente manera: Vamos en camino a una dictadura.
Originalmente y conscientemente, las revoluciones y las guerrillas a nivel mundial han sido organizadas por la clase media. Por ello, mientras los obreros y campesinos sigan en una actitud aparentemente transgresora, no podrán organizarse si de una posición marxista-leninista hablamos ¿A qué me refiero con esto? Si el trabajo obrero quita la mayor parte del día, la esperanza de generación de una revolución sólo puede adjudicársele a la clase media, capaz de organizar desde su educación y tiempo libre a obreros y campesinos.
Desde el zapatismo, el Plan de Ayala sólo funcionó para una minoría ilustrada -el 70 por ciento de los mexicanos eran analfabetas antes de la revolución- y sólo fue una excusa del expresidente Madero para evidenciar ante la clase política a Emiliano Zapata, todo ello con el fin de que se dieran cuenta la clase de «loco» que era Zapata. Entre otros asuntos, llamaban a la anulación y desaparición de las elecciones presidenciales.
Cuando el PRI regresó al poder después de dos sexenios ausente, no faltaron quienes lo tildaran de autoritario, dictatorial, menoscabando las oportunidades laborales, el acceso a las universidades públicas y privadas, la protección gubernamental a funcionarios públicos y la escasa participación del crimen organizado en la vida pública nacional. No eran, sino, esbozos de pandilleros los criminales.
Cuando la población mexicana intentó regresar al poder al prianismo a través de la figura de la excandidata presidencial Xóchitl Gálvez Ruiz, ya era demasiado tarde y sería la presidenta Claudia Sheinbaum quien llevaría por segunda ocasión a Morena, ahora con una mujer, a la Presidencia de la República.
Sin embargo, y esta interpretación es totalmente subjetiva, permanece en la mentalidad de los mexicanos un pensamiento bastante conservador operante desde la izquierda. Revolucionarios pero conservadores, hemos dicho antes. Permanece un respeto sin igual a la figura del Papa y a la iglesia católica pero también se alaba al Diablo; permanece una actitud de orgullo de la mexicanidad pero seguimos aplastando a los pobres de esta patria; se respeta la figura presidencial pero está mal visto cuestionar a la derecha mientras la crítica más implacable gira hacia la izquierda; renació la lectura de Lovecraft y de la Biblia; y son cada vez más quienes toman los días santos vacacionales como tiempo de guardar el alma y rememorar a Cristo.
En este sentido, pareciera como si los medios de comunicación digitales estuvieran completamente ausentes de la realidad mexicana. Permanece un espíritu de soberbia intelectual, se tiende a cuidar hasta el ridículo la imagen de los potentados, se exacerba la riqueza y a las clases obrera y campesina mexicana no se le ha dejado de ver como artesanía, además existe una fuerte narrativa para favorecer al narcotráfico y a los capos más siniestros de la historia contemporánea.
¿Ha triunfado realmente la revolución de las conciencias? ¿Estamos ya ante el humanismo mexicano? ¿Es Morena una regresión autoritaria? Si algo hizo bien el gobierno posterior a la revolución mexicana, fue apropiarse inmediatamente de las instituciones y del capital -industrias, fuerza de trabajo, etcétera- y no permitieron que la guerra revolucionaria, terrorismo a final de cuentas, cubanizara y rusificara a la sociedad mexicana, ah, y aunado a ello, hubo una gran lucha y propaganda anticomunista desde, podemos contar, el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río.
¿Ha vencido Morena? ¿Qué tan conservador sigue siendo México después de haber probado la aplanadora de Morena? ¿Capitalismo o bienestar social? ¿Corrupción pública o creación de la empresa moderna? A final de cuentas, eso y esa, serán decisión del pueblo mexicano. Algo advierten siempre los medios de comunicación estadounidenses: una vez conseguido el socialismo, es irreversible. Ojo con eso.