Armando Martínez de la Rosa

Despacho Político

Ante las versiones diversas de la detención de Ismael Mario Zambada García, El Mayo, por el gobierno de Estados Unidos, brota una certeza probada: cómo ha sido y es hoy la conducta de los poderosos de la política en México.

Conforme a la información confusa, incompleta y a veces sesgada o falsa sobre el caso, cada quien puede escoger la que mejor le parezca y dar la interpretación que derive de sus razonamientos. Lo más cercano a la verdad de los hechos se irá conociendo en los meses y al menos 2 años por venir.

En esta suerte de rompecabezas, el gobierno de Estados Unidos ha difundido la especie de que no intervino en la extracción de México a su país del más poderoso, sigiloso y astuto narcotraficante de los 50 más recientes años. El de México dijo que tampoco él. Zambada, por su parte, ha publicado una carta en que niega haberse entregado a Estados Unidos, que no tuvo tratos con Washington ni con México y que, por lo contrario, fue secuestrado para llevarlo a la fuerza al otro lado de la frontera norte.

Primer elemento: el piloto del avión que llevó a El Mayo y a Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo, desapareció tras aterrizar en un pequeño aeropuerto de Nuevo México, cerca de El Paso, Texas, donde Estados Unidos tiene un centro de alta tecnología manejado por la DEA para detectar la aeronave y para labores de inteligencia contra el narcotráfico en México. Tampoco está identificado el avión, que según el embajador estadounidense en México salió de Sinaloa, en lo que coincide con Zambada. El gobierno de México sostuvo que el vuelo partió de Sonora.

Segundo elemento: El Mayo afirma que lo convocaron a una reunión con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, y el exrector de la Universidad de Sinaloa y diputado federal electo del PRI, Héctor Melesio Cuén Ojeda, al que el narcotraficante dijo ver en el rancho donde sería la reunión. Cuén fue asesinado ese mismo día. Según El Mayo, lo ejecutaron en el rancho donde se encontrarían. La versión del gobierno sostiene que fue baleado en una gasolinera para robarle la camioneta en que viajaba. Los presuntos asesinos disparan una vez -según se ve en un video de la gasolinera- dentro del vehículo y escapan. No se ve nadie dentro del vehículo y nunca intentan robar la camioneta y tampoco disparan contra el chofer, quien por presunta orden de su patrón lo lleva a una clínica alejada cuando tenía una del IMSS a 5 minutos de viaje. El gobierno de Sinaloa afirma que Cuén murió en el hospital. Médicos del hospital sostienen que llegó muerto. Sospechosamente, la autopsia indica varias heridas de bala y los forenses aseguran no poder identificar el calibre de los disparos.

Tercer elemento: Cuén ayudó a Rocha Moya a llegar a la gubernatura, en 2021. Después se confrontaron y la familia del exrector es investigada por sus muchas propiedades. Un mes antes del asesinato, reveló que a la campaña de Rocha Moya llegaron maletas de dinero del narcotráfico. El Mayo, que lo reconoce su amigo, dijo que la reunión a que fue convocado tenía el propósito de reconciliar a Cuén y Rocha, “nuestros líderes políticos”, los define el narcotraficante.

Cuarto elemento: Los guardaespaldas que llevaba Zambada a la reunión están desaparecidos, entre ellos Rodolfo Cháidez, comandante de la Policía Judicial de Sinaloa. También está desaparecido José Heras, jefe de la corporación.

Quinto elemento: Ante Andrés López y Claudia Sheinbaum, Rocha Moya se dijo inocente y que la carta de Zambada era para mancharlo a él y de paso al presidente. Ambos políticos respaldaron la explicación del gobernador, incluido el “poderoso” argumento de que estaba fuera del país cuando asesinaron a Cuén. Viajó a Estados Unidos en un avión prestado a uno de sus hijos por un poderoso empresario sinaloense, Jesús Vizcarra, dueño de la transnacional SuKarne y de Salud Digna, entre otras empresas. Fue candidato del PRI a gobernador y perdió ante Mario López Valdez, del PAN. Gobernadores morenistas publicaron ese mismo día un “desplegado” de apoyo a la inocencia de Rocha, el ridículo en medio de la tormenta.

Sexto elemento: La sola carta de Zambada puso a sudar la gota gorda al gobierno de López Obrador, a expresidentes, a políticos de alto nivel, a militares de elevado rango y a encargados de la seguridad pública de casi todo el país. Temen qué información vaya a revelar Zambada a Estados Unidos para obtener a cambio clemencia cuando lo sentencien o de convertirse en testigo protegido sin ir a juicio.

Séptimo elemento: A El Mayo lo recibieron agentes del FBI, no de la DEA. Eso da una idea de que los tratos fueron de alto nivel con el gobierno de Washington, sea que se entregó o fue traicionado por Los Chapitos. Tal señal revela que la clemencia a Zambada tendrá un alto costo: mucha información de antes y actual acerca de las protecciones que ha recibido sexenio tras sexenio hasta la fecha, vida y obra de personajes del Estado mexicano. Saldrá todo el lodo y el estiércol de la política mexicana del pasado y de la actualidad.

Esa exigencia se convierte también en un mensaje indirecto de advertencia a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum: México no deberá ser otra Venezuela.

Infiero, parafraseando a Churchill: México es desde antes y hoy mismo una mezcla de sangre, sudor y lodo en que están atorados los poderosos y los narcotraficantes, los beneficiarios del narcosistema.