Armando Martínez de la Rosa

Despacho Político

Cuando el impasible truhan Manuel Bartlett era secretario de Gobernación, fungía de presidente de la Comisión Federal Electoral, que dependía precisamente de Gobernación. En tal oficina se fraguó el fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato del Frente Democrático Nacional, en 1988.

Blandengue, Cárdenas no tuvo el valor (en mi rancho le llaman de otra manera al valor) de encabezar una lucha de largo aliento contra el autoritarismo ni defendió su victoria contra el fraude, igual como ahora se ha comportado Xóchitl Gálvez, cuya conducta es peor porque avala las trampas del proceso electoral reciente.

Otros continuaron las batallas que desdeñó Cárdenas y pronto se creó el Instituto Federal Electoral, ahora INE, entidad autónoma para arbitrar la competencia electoral. Y de ahí en adelante, nacieron más órganos autónomos que dieron poder a los ciudadanos y acotaron la opacidad y arbitrariedad gubernamental, como el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI), la Comisión Federal de Competencia Económica, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación.

Fungían de contrapeso al gobierno y lo obligaban a la contención de abusos y a dar información a cualquier ciudadano que lo solicitara. Ya no será así. La mayoría de la Cámara de Diputados (Morena y sus criados PT y Verde) los desapareció ayer. Aprobaron la iniciativa de Andrés López presentada en febrero. Fueron contra sus propias demandas de los tiempos cuando eran oposición. Como ahora gobiernan, quieren manos libres.

Las consecuencias negativas serán muchas. Un ejemplo, sólo uno de tantos posibles: los inversores extranjeros exigirán, y el gobierno de Claudia Sheinbaum doblará las manos, que eventuales disputas que antes atendía la Comisión Federal de Competencia Económica, sean litigados en juzgados de Estados Unidos, no los jueces “electos” en México. Quienes perderán serán las empresas mexicanas, ancladas a litigios locales. Se abre un zaguán a los monopolios y a la extorsión política.

El alma autoritaria y despótica de la “izquierda” -o eso que se autodenomina “izquierda” y que con creciente frecuencia es más neoliberal que los salinistas- se está manifestando sin pudor, con indecencia absoluta y refocilándose en su propio poder. El autoritarismo es la desembocadura natural de quienes se asumen, sólo porque ellos lo creen, adalides de la justicia, la igualdad y el poder “del pueblo”, de quien se dicen guardianes.

Esos que se decían demócratas han desnudado su alma de sátrapas. Pareciera que van a durar mucho tiempo en el poder. Quizá no tanto. Su mayor debilidad está en su ineptitud para dirigir la economía. A pasos largos, ya se enfilan a la destrucción. En apenas 6 años, han desaparecido gran parte de los ahorros del Estado y los resguardos financieros para la estabilidad. Vendrá lo peor. Eso los hará caer. ¿Cuándo? Depende de ellos y, sobre todo, de la que debe ser la nueva oposición, una más inteligente, más hábil y perseverante.

El segundo piso de la “transformación” no tiene cimientos ni programa ni más ideología que la ramplona perorata de que ellos son los salvadores de la patria. Ahora parecen muy firmes, pero el derrumbe tardará menos de lo que ellos y los opositores tradicionales creen.