Armando Martínez de la Rosa
** La imagen se encontraba en el estandarte de Hernán Cortés en la conquista de Tenochtitlan. ** Fue bordado en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, en Extremadura, España.
Símbolo supremo de la mexicanidad, venerada con fervor sin igual por millones de mexicanos, resguardo de dolores, intercesora milagrosa, protectora de sus hijos fieles, representación de la madre bondadosa, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe congrega a millones de creyentes hoy en la enorme basílica dedicada a ella en la Ciudad de México y en cientos de templos católicos del país y de muchas naciones del mundo.
La Señora del Tepeyac, a quien se dedica el día de hoy la máxima veneración religiosa de México, se apareció en 4 ocasiones al indígena Juan Diego, a quien le ordenó que le comunicara a fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la Nueva España, la construcción de un santuario en su honor, precisamente en el cerro del Tepeyac.
Las apariciones ocurrieron en 1531, la última se dató el 12 de diciembre de ese año, cuando se grabó en el ayate del indígena chichimeca Juan Diego la imagen de la Guadalupana, lo que convenció a Zumárraga de edificar el templo, 18 años después de la caída de Tenochtitlan, registrada el 13 de agosto de 1513.
Cuando Hernán Cortés arribó a territorio mesoamericano a bordo de naves y con tripulación pagada con dinero del propio capitán, a la vanguardia de 500 hombres provenientes de España, varias naciones europeas más y de Asia y África, se erguía la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, bordada en seda en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, santa patrona protectora de Extremadura, España, tierra natal del conquistador.
Desde mucho antes de la caída de Tenochtitlan, el cerro del Tepeyac era centro de adoración indígena la diosa Tonantzin y el lugar se llamaba Tonanzintla, que significa en español “el lugar de nuestra madre”.
Los frailes franciscanos parecen haber aprovechado la coincidencia para introducir el culto a la Virgen de Guadalupe, por lo que la imagen de la hoy Santa Patrona de América es muy similar a la española Nuestra Señora de Guadalupe, aunque la europea paradójicamente es más morena que la mexicana.
Así convergieron el culto a Tonantzin, la deidad indígena, y la nueva veneración a la Virgen de Guadalupe cuya imagen provino de España, ambas con el significado de madre protectora. La imagen de Tonantzin, en códices, evoca también a la Guadalupana. Fue el modo como los franciscanos convencieron a los indígenas de venerar a la Virgen de Guadalupe.
El pendón de Cortés, que fue donado por el conquistador a Oaxaca en 1529, luego de ser designado Marqués del Valle de Oaxaca por el rey Carlos I de Castilla. Finalmente, el estandarte fue llevado al alcázar de Toledo, en 1814, 2 años después de que José María Morelos y sus tropas insurgentes juraran al pie de la imagen cortesiana.
El museo del alcázar de Toledo se mudó a Madrid en 1841, donde el estandarte se conserva.
Hoy, al paso de 5 siglos, la Virgen de Guadalupe es fuente del fervor religioso más arraigado y profundo de los mexicanos.
(Foto: El estandarte de Hernán Cortés.)