Héctor Sánchez de la Madrid

En solfa

En los países democráticos es imposible que todas y todos sus habitantes estén de acuerdo, lo cual es natural y positivo ya que de las discrepancias pueden surgir nuevas y mejores ideas que las actuales, para ello, los gobernantes deben dar las libertades, los márgenes, para que las y los ciudadanos puedan expresarse sin cortapisas, sin temores ni amenazas de las autoridades.

México aún puede considerarse democrático ya que todavía tenemos la libertad de expresarnos en el tono que se nos pegue la gana, sin restricciones ni represalias, con algunas excepciones importantes como la expulsión de reconocidas figuras críticas relevantes de varios medios de comunicación, impresos y electrónicos; por fortuna nos quedan “las benditas redes sociales”.

¿Cuánto tiempo durará esa libertad de expresión sin que se coarte oficialmente? Nadie lo sabe, pero hay visos de que cada día se endurece más en ese sentido el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, a través de sus incondicionales en el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, así como de comentarios y burlas de ella misma a lo que informó o comentó una persona cualquiera.

Es saludable, desde luego, el diálogo respetuoso, incluso la polémica de altura, sin embargo, en los últimos años, desde que llegó el dueño de Morena y de la 4T, en 2018, a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, se han perdido esos valores familiares y personales que, por si fuera poco, están regulados por los códigos civiles, lo cual los hace obligatorios.

A partir de entonces el hacer uso de la libertad de expresión en los diversos medios de comunicación y las redes sociales se ha convertido en un campo de batalla, ya que desde la máxima autoridad de la nación hasta el mínimo servidor público, quien se atrevió a dar su opinión, a hacer una leve crítica a lo que signifique o represente a Morena y la 4T, recibirá una tunda ofensiva y grosera.

Lo anterior lo estamos viviendo ahora, pero seguramente cambiará radicalmente cuando se termine el desmantelamiento del Poder Judicial en 2025 y los nuevos Jueces, Magistrados y Ministros (mujeres y hombres) pertenezcan a Morena y la 4T. Así serán las y los próximos integrantes de los Juzgados, Tribunales Federales y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por si no lo sabían.

Craso error del entonces mandatario López Obrador que inició ese proceso regresivo y más grave aún que lo vaya a culminar la presidenta Sheinbaum Pardo, aunque en realidad esa acción fue planeada, deliberada y concertada, para quitarnos la quizás máxima libertad humana, la de expresar ideas y críticas. Sin ella, entraremos de lleno al autoritarismo, a la plena dictadura, sin lugar a dudas.

Mientras tanto, la política de Morena y la 4T, referente a la libertad de expresión que todavía conservamos los mexicanos, en lugar de fomentarla y de dar respuestas educadas y serias a las sugerencias y señalamientos ciudadanos, los contestan de forma agresiva y majadera, en ocasiones burlonas y prepotentes, o de plano, los ignoran supinamente. No hay modo alguno de llegar a un entendimiento.

Anacrónicos en todos sentidos, se dirigen equivocadamente a suprimir las voces críticas, cuando lo democrático es cultivarlas y permitirlas, siempre será mejor abrir válvulas de escape a las inquietudes e inconformidades públicas que cancelarlas. Nada ganarán con cerrar los canales de comunicación, los problemas seguirán iguales y la gente se enojará más al quitarle su derecho a quejarse.

Hacen mal en imponer a la mala el México que quieren, no es el camino correcto, menos el destruir la nación que millones de mujeres y hombres construimos por lo menos desde la Revolución mexicana de 1910 a 2018. Ofenden la memoria y las acciones de nuestros ancestros, de ellos mismos y no se diga de quienes no coincidimos con la política de devastación que lleva a cabo Morena y la 4T desde 2018.

Los regímenes de los presidentes Andrés Manuel y Claudia lograron polarizar a una gran parte del pueblo mexicano, adoctrinándolo con la falacia de que la vida es blanca o negra, falsa o verdadera, cuando lo cierto es que en nuestra existencia hay medias tintas, ni todo es negativo como tampoco todo es positivo. Su objetivo es promover y profundizar la confrontación entre hermanas y hermanos en lugar de fomentar y respetar la diversidad de criterios. Por esa ruta, difícilmente México arribará sano y salvo a buen puerto.