Armando Martínez de la Rosa
** Manzanillo, el puerto que ahorcó a la ciudad o el crecimiento sin planeación.
Del varadero de miles de vehículos durante 2 días y el caos de Manzanillo, del trastocamiento de la vida económica y cotidiana de la más importante terminal portuaria del país y la ciudad que lo cobija, de la parálisis de miércoles y jueves, ¿quiénes son responsables?
Hasta ahora, autoridades portuarias y de los 3 niveles de gobierno han eludido la responsabilidad del gigantesco embotellamiento. Desde el inicio hasta que la crisis salió de control, todas guardaron silencio. Como canta la copla andaluza Cariño verdad: “¿De quién fue la culpa? No quiero saberlo…”.
La mayor fortaleza económica de Manzanillo, el puerto, se convirtió en su verdugo, llevó a la ciudad al cadalso, la ahorcó durante 2 días. Nadie salía y nadie entraba por carretera porque el acceso a la ciudad es el mismo que al puerto.
Con la crisis enfrente de sus ojos, la alcaldesa de Manzanillo, Griselda Martínez, difundía cualquier propaganda institucional el miércoles y ni una palabra del embotellamiento que a ella misma le paralizó servicios públicos, media ciudad, la llegada y salida de turistas. Hace unos meses, presumía la ampliación de la carretera a Jalipa que construyó junto con la administración portuaria para evitar los embotellamientos.
La gobernadora Indira Vizcaíno Silva se mantuvo indiferente, como si el problema no estuviera ocurriendo en el estado, sino en un país lejano y ajeno. Ni una palabra, mucho menos intervino para solucionar la grave crisis de Manzanillo.
La Secretaría de Marina, puesta a administrar el puerto para supuesta mayor eficiencia, tampoco dijo una palabra hasta ayer, jueves, cuando difundió un comunicado en que clamaba la intervención del gobierno municipal y de los concesionarios de muelles de carga y descarga de buques para resolver la crisis.
La Administradora del Sistema Portuario Nacional Manzanillo (Asipona) anunciaba apenas ayer que “ha implementado medidas para apoyar a los transportistas” a resolver una crisis que es de la Asipona.
También negó la causa que en el caos se atribuyó a los sistemas informáticos que controlan el flujo de vehículos, los turnos de carga y descarga, los trámites aduanales y labores adicionales del puerto. “Asimismo, se confirma que todos los sistemas informáticos como Puerto Inteligente Seguro (PIS), de Aduana y de las Terminales están funcionando sin ningún tipo de problema”, sostuvo en el comunicado de ayer.
Luego culpó a las terminales externas (puertos secos). “Conminamos a los patios externos a que agilicen sus ingresos de camiones cargados a fin de liberar las vialidades con mayor rapidez, así como a los transportistas a seguir las instrucciones de los agentes viales”.
Años atrás, los patios externos -predios de carga, descarga y trámites aduanales fuera del puerto- fueron expuestos como la gran solución a los congestionamientos del puerto.
Luego, la Asipona de Marina fue sobre los choferes: “El colapso vial se ubica en las vialidades externas al puerto. Insistimos en invitar a los conductores a colaborar en todo momento con las autoridades viales para que las acciones implementadas permitan reestablecer la fluidez vehicular. Asimismo, motivamos (sic) a la autoridad vial municipal a que tome acciones coordinadas con la Guardia Nacional y esta ASIPONA, que contribuyan a la liberación de vialidades”.
Lo cierto es que la falla estuvo en el servicio de aduanas, que también a cargo de marinos, tuvo graves problemas informáticos que no pudo resolver a tiempo, mientras el atasco fue creciendo y creciendo hasta llegar a un punto crítico.
Esa realidad trata de ocultar la Asipona y culpar a transportistas, choferes y patios externos.
Y la copla se volvió historia de la realidad. “¿De quién fue la culpa?/ No quiero saberlo./ No sé si fue tuya/ o fue de la suerte./O fue culpa mía/ por no comprenderlo…”.
Desde hace años, los embotellamientos en el acceso al puerto ocurren con frecuencia, trastocan la ciudad, afectan al funcionamiento del puerto, lo paralizan y provocan que los barcos pierdan entre 5 mil y 50 mil dólares por cada día de retraso en la carga o la descarga. Eso es algo que la ASIPONA de la Secretaría de Marina parece no entender o al menos lo finge y trata de responsabilizar a otros.
Luego de pregonar que con la dirección de los marinos el puerto resolvería sus problemas y sería ágil su trámite, la realidad se impone y continuará imponiéndose en tanto no haya una ruta alterna y directa de acceso de los tráileres al puerto sin afectar la ciudad y al puerto mismo. Un hecho es cierto: Manzanillo ha crecido y continúa creciendo sin planeación. Así, su destino es el caos que si hoy es por días, mañana será permanente.