Armando Martínez de la Rosa
Sheinbaum, su propio camino
Por ineludible necesidad, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo está tomando cada vez más distancia del expresidente Andrés López, una sana distancia.
Nadie espere una ruptura violenta inmediata ni muchos menos estruendosa. No la habrá, por ahora.
Un elemento primordial del distanciamiento es el combate al narcotráfico. Sheinbaum ha tenido que cargar con el pesadísimo fardo de la política de “abrazos, no balazos” que multiplicó con mucho el poder de las bandas del narcotráfico y dio nuevo impulso a la impunidad proveniente de varios sexenios atrás. Nunca como con López, los criminales acumularon tanto poder al amparo del Estado y muchos de sus personeros, los narcopolíticos.
Así fuese por presión política del gobierno de Donald Trump, el acierto de Sheinbaum consiste en asumir la difícil tarea de combatir las bandas del narco que tuvieron en México un paraíso con López Obrador. A la presidenta le conviene frenarlas, pues de lo contrario terminarían por encaramarse al poder político y manejar al Estado. El fin de la protección política al crimen organizado ayudará a Sheinbaum a fortalecer su gobierno en el corto plazo y frenar las ambiciones del expresidente que podrían agobiarla y nulificarla.
Es significativo, y mucho, que el responsable del combate al crimen organizado sea Omar García Harfuch, quien fue vetado una y otra vez por el expresidente López a los cargos de elección y de gobierno a los que Sheinbaum quiso impulsarlo. Incluso, una vez en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, desde los círculos cercanos a López se intentó desprestigiarlo e involucrarlo falazmente en asuntos como el de Ayotzinapa.
Ahora, García Harfuch se ha fortalecido con los resultados del combate a la delincuencia, los golpes que ha asestado a todos los cárteles de las drogas tanto en el terreno propiamente militar como en uno clave, las finanzas. En 6 meses, los ha golpeado más y con mayor fuerza que en todo el sexenio anterior, cuando se simulaban algunas incursiones militares contra organizaciones menores sin tocar a los cárteles poderosos.
Obligado o no por la presión estadounidense, el gobierno de Sheinbaum ha sido inteligente al aceptar la ayuda de Washington en tal combate a los bandidos. Rechazar el auxilio habría sido contraproducente para la mandataria y para el país. Larga, dura, difícil es la tarea, pero con la participación de Estados Unidos lo será menos.
En asuntos económicos, también ha sabido atenerse a las circunstancias y desoír a quienes le aconsejaron buscar en China la alternativa al mercado estadounidense. Tal recomendación es tan mentirosa como peligrosa. A Washington nos ata un mercado que puede ser mejor si se aprovechan los errores de Trump sin romper con él. ¡Cuánto darían decenas de países por tener la frontera que México comparte con Estados Unidos! La cercanía facilita el comercio de mercancías y reduce al mínimo el costo de los envíos, incluso con aranceles incrementados. La circulación de mercancías es un elemento relevante del costo de todo producto.
Mientras López se doblegó sin tantita pena ante Trump, Sheinbaum ha sido más inteligente y discreta al manejarse dentro de las reglas del juego trumpiano para sacar mejor provecho o recibir el menor daño posible. Estos son, entre varios más, los hechos que muestran la distancia que ha marcado la presidenta respecto de su antecesor. Sana distancia, repito. En su momento, deberá frenar en seco, con la ley en la mano, a la pandilla política que la amenaza con boicot si fuese necesario. Ellos cometen un error que les puede costar mucho: tienen muy larga la cola.