Armando Martínez Orozco
Podríamos detenernos un poco y pararnos a pensar: ¿Hacia dónde va Morena? ¿Tiene capacidades de perpetuidad el partido-movimiento de Regeneración Nacional? ¿Hemos construido un monstruo o somos nosotros capaces de autodestruirnos?
Si acaso Morena se dirige a su propia cumbre o derrota, no podemos saberlo. Ahí está un nuevo escándalo, y pertenece al exfutbolista, exgobernador del estado de Morelos y ahora diputado federal Cuauhtémoc Blanco Bravo. La acusación: intento de violación a un familiar.
En estos tiempos de hiperconectividad, de nada sirve esconderse. A Blanco se le ha negado la posibilidad de revisar su propio expediente y hasta el momento no puede ser encarcelado pues goza de fuero constitucional. Sin embargo, es otra mancha más para Morena.
Lo indefendible no es cuestión de alegatos. Merecen sanciones quienes violan la ley, sean o no pertenecientes a Morena. Sin embargo, parece como si otra vez vinieran las clases populares por su dignidad amedrentada: será un desliz, un asunto sin importancia, y Blanco Bravo se plantará ante los jueces para decirles: «Aquí estoy y seguiré dando la cara». No justificamos el crimen pero sí hacemos hincapié en otra ocasional circunstancia debilitante de Morena.
Pero, ¿qué sigue? Cuando se trata de proteger a un compañero de partido, si éste comete un error, puede decirse sólo fue una vez, es algo inesperado del pasado, no queremos más pleitos internos, es una acusación con miras a debilitarme, pero el crimen es evidente.
Blanco Bravo podrá defenderse en tribunales, pagar una fianza y hacerse de la vista gorda con sus familiares, pero hasta ahora Morena ha sido tan golpeado que otro escándalo podría minar de a poco la credibilidad del partido y su legitimidad ante el pueblo de México.
Ojalá esto no se convierta en un tema de dimes y diretes entre izquierdas y derechas, sino un tema más allá de la legalidad y porque vienen días santos, es una posibilidad de reflexionar: ¿Qué significa ser hombre? ¿De verdad creo en la posibilidad de nuevas masculinidades? ¿Es el falo el centro del universo o es la mente lo que cambia la realidad de la política mexicana? En política, cualquier asunto de interés público es cuestionable.
Yo, por ejemplo, cuando era más joven, soñaba con ser guerrillero. Acompañaba a mi padre a las madrugadas de cacería e imaginaba a las palomas del monte como pequeños militares por derribar. Me sentaba en un pastizal no muy tupido y un árbol seco y esperaba con tanta paciencia a las güilotas o palomas de alas blancas. Cada disparo era un caminar hacia la libertad.
Ahora, he olvidado tanto sobre el monte. Los caminos de terracería, los amigos de mi padre y mis amigos y cómo nos despertábamos tempranito por caminar entre la hierba, ser asediado por zopilotes para quienes como yo buscan en lo profundo del cerro a las palomas sólo por sentirme un guerrillero.
Pero poco se sabe del alma del guerrillero, cómo recibe entrenamiento clandestino, cómo es armado por las propias autoridades a quienes se encargará de derrocar pero lamentablemente será derrocado. Como todo régimen, la vida del guerrillero y la del cazador, se hace sobre todo en las delicias frescas del monte. Dichosos a quienes los acompañan sus perros.
Blanco Bravo, otro escándalo podría originar el alzamiento o el surgimiento de viejas y nuevas guerrillas, con tácticas políticas o mecanismos muy violentos, como por ejemplo aventarse contra un pelotón con nada más que un fusil en mano. Por eso, Blanco Bravo tal vez no merezca cárcel pero sí sanción. Cualquier desliz radicaliza al pueblo, harto de tanto hartazgo.
No es esta una invitación a tomar un fusil o a leer textos hiperradicales supuestamente marxistas que lo único que buscan es la generación de más violencia. Recordemos: el sueño de cualquier guerrillero es abandonar la vida clandestina y volver a la civilidad. No más.
Lo de Cuauhtémoc Blanco es un asunto menor si se le compara con los temas de crimen organizado, lavado de dinero, prostitución, tráfico de migrantes, huachicoleo o reclutamiento de menores de edad a las filas del narcotráfico. Problemas que manchan a Morena.
Sin embargo, no debiera ser esta una lucha de santos contra pecadores, puros contra corrompidos, dignos contra indignos o Morena contra Morena ¿Acaso existe otro partido político en México? Recuerdo las madrugadas de palomas en el monte, cada disparo lo recuerdo y me pregunto: ¿Cómo fue que cambiamos tanta naturaleza por un pedacito de poder?