Armando Martínez de la Rosa

Despacho Político

El Hospital Regional Universitario ha colapsado. La falta de equipo técnico, de medicamentos, de laboratorio, de hilo de sutura, de material de curación y hasta del popular paracetamol lo paralizaron, las cirugías se tuvieron que suspender.

Bueno, ni el servicio de telefonía ni el elevador funcionan, tampoco la cocina. Supongo que en Dinamarca los servicios médicos son un poco mejores.

Estuve ayer en el IMSS. Mientras conversaba con un buen amigo, observé 4 casos en que en la farmacia del instituto les informaban a los pacientes que no había tal o cual medicamento y que volvieran en cierta fecha. De ellos, 2 al menos habían ido antes y les prometieron que esta vez, ayer, ya habría. No hubo.

Un paciente, de unos 75 años, no soportó y lanzó improperios contra el personal. Los trabajadores del IMSS no tienen culpa de la falta de medicamentos, hay que precisarlo.

Mi amigo acudía precisamente a buscar un medicamento que antes no encontró.

En Colima suceden hechos así y más graves. Por ejemplo, el incesante aumento de asesinatos, se incrementa el número de personas desaparecidas forzadamente, se encuentran más fosas clandestinas, se queman casas, negocios y automóviles.

Asaltos a personas, robos a empresas y casas persisten sin remedio.

Las balaceras aquí, allá y más allá son temas de conversación y horror en las redes sociales, en corrillos, en familia, en las escuelas. Hay quienes, cerca de los sitios donde ocurren, hasta cuentan las detonaciones de armas de fuego que escucharon.

Las sirenas de patrullas de policía, de la Guardia Nacional, del Ejército, de bomberos, de ambulancias suenan día y noche por calles y avenidas.

La crisis hídrica nos alcanza. Ríos, arroyos, embalses antes pletóricos, ahora están secos o se han vuelto pequeños charcos.

Cortes del servicio de energía eléctrica, los apagones, han afectado más en estos días a más personas. La CFE de Manuel Bartlett, el pillo electoral de 1988 ahora convertido en emblema de la cuarta transformación, disfraza los apagones de trabajos técnicos que requieren corte del fluido por horas.

Arde Colima. El fuego de la violencia y el desastre es permanente, cotidiano.

Y mientras Colima arde, la gobernadora Indira Vizcaíno se presenta en Facebook admirada porque la tormenta solar de la semana pasada permitió que desde aquí se observaran las luces de la aurora boreal.

Qué importa el Colima en llamas, si podemos ver la aurora boreal. Chido, ¿no?